Título original : Great apes
Año de publicación : 1997
Título en portugués : Grandes símios
Año de esta publicación : 2006
Editora : Alfaguara
Traducción : José Rubens Siqueira
Instantes antes de abrir este libro de Will Self, viendo sólo la portada, intentaba imaginar cuán lejos llegaría con sus alucinaciones en esta historia, más aun viendo la cantidad de páginas de esta obra (406, nada menos) y tras la lectura, a la que voy cayendo y envolviéndome a cada capítulo de una manera cada vez más frenética se reafirma en mí en que por lo menos un libro de él tengo que leer por año. Porque ofrece historias totalmente diferentes de cualquier otro escritor; porque llega a inventarse su propio vocabulario que al poco tiempo lo adopto como si ya conociera de antemano esos términos; porque hace ver aquella realidad tosca y hostil tan cotidiana y normal, y sólo al cerrar el libro en algún capítulo caigo en la real de esta enorme diatriba: basta sentarse frente al noticiero de cualquier noche para reparar un entorno tan o más animalesco que el que aquí este escritor inglés me presenta; el mundo al revés.
Simon Dykes es un reputado artista plástico quien en una noche llena de alcohol, cocaína y éxtasis, luego de salir del club con sus amigos y enamorada, y tras una noche de amor con ella, despierta convertido en mono, y para su sorpresa él no es el único, su amante también es una bella macaca, el mundo todo por su ventana y también por la televisión están poblados y dominados por monos quienes son el ser supremo, la raza dominante, y el hombre, esa simpática criatura proveniente de África está relegado a eso, a ser vistos con gracia a través de algún documental o del vidrio o jaula de algún zoológico de la ciudad: por favor, está prohibido alimentarlos. Esta singular paranoia, la de creerse un humano y aparente pérdida de su “chimpunidad” despierta la curiosidad científica del Dr. Busner, renombrado psiquiatra londinense, quien desde que se entera del caso lo toma con pinzas y define un tratamiento especial para que este buen tipo –ah…, los artistas- recupere su conciencia y su identidad, la de ser un simio, y no cualquier simio, sino uno importante en esta gran sociedad, uhuhu… ahahah…
Los toqueteos entre uno o varios congéneres, personajes en la trama son normales –si hasta se da en el hombre, lo que refuerza aquella teoría de provenir de ellos- así, la Dra. Jane Bowen hace lo mismo con Sarah, la guapa novia de Simon, mientras la entrevista para conocer más detalles –rozando su mano con el sexo de su entrevistada mientras conversan- del excéntrico paciente, y es que Simon lo es: en un ala psiquiátrica donde hay desde quienes se creen gallinas, emperadores y hasta alienígenas, el nuevo paciente, a pesar de sus chillidos y ululos de proporciones estentóreas intercaladas en su voz está convencido de ser un hombre; vaya orate.
El sexo está presente sin hipocresías, generalmente cumpliendo una función anti estrés, también para crear un vínculo afectivo, generar confianza ante un pedido, una conversación, o para reforzar una, pero es verdad que aquel comportamiento es altamente lascivo, libidinoso, es tan común que antes de la mitad del libro ya me acostumbro a encontrar tan normal esos toqueteos entre desconocidos que hasta hubo días en que temía hacer algo similar con alguna colega en el gym.
Will Self consigue ser más equilibrado en su alucinada trama, no pierde el rumbo como en “Mi idea de la diversión”, consiguiendo atraer al lector, capturar su atención rápidamente como en “Cock & Bull”, aunque tras esta lectura reconozca que aquel primer libro es menos elaborado que el de la presente reseña. Aquí también envuelve desde las primeras páginas pero en ningún momento te deja de sorprender, sosteniendo la intriga y la curiosidad por poco más de 400 páginas que fluyen ávidamente. Tiene un fondo muy cotidiano: conforme avanza la historia uno piensa en cómo no necesitamos ser monos para adoptar comportamientos muchas veces tan inadecuados a las de un ser pensante: exagerar con alcohol; uso de drogas como si fuese el pan de cada día; asesinatos que de tanto ocurrir llegan a ser hechos banales; la cotidianeidad de la promiscuidad. De lejos deja claro que no quiere sermonear, tan solo reírse de la raza humana, de uno mismo.
Lecturas como ésta -donde a cada capítulo encuentro escenas sorprendentes llenas de un humor ácido y muy negro- reafirman el gusto por la literatura. Ojalá y encuentre más traducciones de sus obras, que veo son varias. Gracias Will, lo hiciste de nuevo.
The lazy song – Bruno Mars
Lecturas como ésta -donde a cada capítulo encuentro escenas sorprendentes llenas de un humor ácido y muy negro- reafirman el gusto por la literatura. Ojalá y encuentre más traducciones de sus obras, que veo son varias. Gracias Will, lo hiciste de nuevo.
The lazy song – Bruno Mars
No conocía a Bruno Mars hasta que cantó en el último Super Bowl a inicio de este año así que buscando entre sus vídeos apareció éste con el que nuestra niña enganchó. Le encanta ver este vídeo, y encalza justo a mi salida de este universo simiesco disfrutado en el libro de Self. Es rico verla reír viendo a los monitos bailando aunque lo hagan en honor a la ociosidad. El vídeo parece grabado en una sola toma lo que lo torna atractivo. All you need is pop, como cantaba Calamaro.
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