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martes, 16 de diciembre de 2014

Conversación en La Catedral, Mario Vargas Llosa




Año de publicación : 1969 


Editora : Seix Barral

Año de la presente publicación : 1980




No necesito acabar la lectura de esta novela para sorprenderme con el desempeño de Vargas Llosa hasta aquel año de 1969: tras haber escrito y publicado “La ciudad y los perros” y “La casa verde”, publica la obra de esta entrada; tenía 32 años. Quien ha leído alguna de esas tres obras, o las tres, quizá coincida conmigo: eso no es normal. ¿Cómo podemos los peruanos asimilar eso? Darle la debida importancia a otro escritor con sus primeros trabajos cuando las primeras obras de este arequipeño son esos tres sendos libros. Sus obras de juventud derrochan una inusitada madurez que sorprende aun en este nuevo siglo; no puedo dejar pasarlo por alto, no puedo dejar de reparar en ello.

Sus lectores ya estamos acostumbrados a que nos alterne las historias y también encontrar aquellos viajes a través del tiempo de los diversos personajes. Así fue en sus dos primeras novelas, pero aquí el autor además le imprime una complejidad todavía mayor, puesto que las voces y conversaciones se alternan no sólo en los capítulos sino a cada frase dentro de un pequeño subcapítulo en lo que aparenta ser un mismo diálogo –los temas son diferentes a cada frase siendo otros los temas tocados por otros personajes-, y si a esto le sumamos que por muchos momentos es una novela política –que no significa para nada densa ni aburrida, todo lo contrario- la dificultad para él debió ser todavía mayor, para no dejar caer la trama en un terreno fangoso que atosigue al lector, que lo invite a dejarla, por el contrario, siempre la intriga está presente, motivando a querer continuar a pasar de página. Con el alma de un arquitecto este es un gran rompecabezas construido minuciosamente con la misma audacia y técnica con que una araña crea su hermosa y perfecta trampa.

Abrir las páginas de este libro es entrar a una Lima de la que poco queda, salvo la corrupción de sus gobernantes que parece transmitirse a través de las generaciones; esta novela por muchos trechos parece un deja vu del Perú. Por cierto, el terreno donde quedaba La Catedral en la Av. Alfonso Ugarte era hasta hace poco un terreno privado que la Municipalidad de Lima debería haberlo comprado previamente y restaurado como patrimonio de la ciudad, como punto turístico, como cualquier ciudad que se precie de serla lo haría, menos Lima. 




El Vargas Llosa que todo izquierdista añora está aquí, el que nos hace ver y reflexionar lo duro que era ser aprista en aquel tiempo, metidos en el mismo saco del comunismo; ver cómo en las reuniones entre los jóvenes de izquierda y los apristas el consenso era un puerto difícil de acceder. Aquella Amalia dubitativa que en verdad se muere por darle todo a Ambrosio pero que dosifica sus ganas y ansias atemorizada por el qué dirán, tiene la típica actitud de una joven limeña, incluso hasta en nuestros días, lo que muchas veces puede ser un defecto en realidad es una virtud, y viceversa. Ya que menciono a Ambrosio de arranque en la obra conocemos a este personaje edificado como un pobre diablo con quien la vida se ha ensañado, y, rápidamente tenemos el primer misterio en las dudas de Zavalita al hablarle, desde ahí ya sabemos que algo mucho más jodido que acabar matando perros callejeros le ha sucedido, pero que sólo sabremos hacia el final de la obra. Inspirado en Alejandro Esparza Zañartu, el asesor de Manuel A. Odría –por lo leído aquí me lo imagino como un equivalente de Vladimiro Montesinos de mitad del siglo pasado-, Cayo Bermúdez es el personaje que se roba la escena, incluso por encima de Zavalita y Ambrosio: plasmado como un pequeño pervertido en realidad es el dueño de la estrategia, el titiritero mayor. Él, tras abandonar a su mujer, Rosa, en Chincha, se hace de una enamorada bailarina de un puticlub capitalino, aceptándole sus relaciones lésbicas, y participando de aquellas pequeñas orgías, suruba, como le dicen aquí en Brasil, país que por cierto es el destino de fuga de este personaje. Atractivo es aquel discurso digresivo de Zavalita por el cual observa aquella Lima y aquel Perú que me es lejano, distinto: lejos de toda duda, para mí está encauzado en el torrente de lo entrañable. Ésta obra tiene también esa particularidad que hasta aquí tienen sus otras dos novelas: a pesar de su extensión no se hace larga, y, aunque sus recovecos por momentos laberínticos son quizá la característica principal de esta obra esto no lo torna ininteligible. 


Inmensa novela que imagino fue un cuchillo de doble filo para el propio Vargas Llosa, pues a finales de los años 60’s él mismo se dejaba la valla muy alta. Pareciera que uno se regodea con las desgracias de todos los personajes de éste libro, desde Zavalita haciendo la ya clásica pregunta al ver graficada en el devenir de su propia familia la falencia de casi toda la clase media limeña con la migración interna, la de “los otros” peruanos a la capital, hasta el jodido –sí, jodido- Ambrosio, cuando en realidad de lo que me regodeo es de la manera cómo está estructurada esta obra maestra. Una obra muy sabrosa que debería ser imprescindible. 


Edición brasileña de inicios de los años 80's. Círculo do Livro. 



 Edición brasileña actual. Alfaguara, 2013.


Postdata


Un dato interesante que reparo ahorita que estoy subiendo las imágenes: si observan las portadas de las traducciones brasileñas encontrarán una diferencia. El “na” en la edición ochentera de Círculo do Livro, por el “no” de la edición de ésta década de Alfaguara. Ya todos sabemos que La Catedral del título es un bar en Lima –y no una iglesia- y por ende va con mayúsculas. En las diversas traducciones a través del tiempo el “na” incorrectamente se mantuvo. Con el Nobel encima Alfaguara Brasil reeditó toda su obra y corrigió el artículo. En algún momento en alguna librería revisaré si es una nueva traducción de la ochentera o el cambio fue sólo en el título. De hecho la imagino como una novela complicadísima de traducir. 






Que país é este? – Legião Urbana



En las favelas, en el senado

Suciedad por todo lado,

Nadie respeta la constitución

Pero todos creen en el futuro de la nación,

¿qué país es este?



Cuando se habla sobre la mejor banda de rock brasileña Legião Urbana definitivamente aparece casi ipso facto como respuesta. Éste tema es un himno aquí en Brasil que fácilmente le cae como guante de seda a varios países de Latinoamérica, de hecho al Perú le cae, lamentablemente. El tema del vídeo fue escrito en 1978 y ya era un himno en Brasilia (ciudad originaria de la banda) aunque recién fue grabada en 1987 en el tercer lp del grupo.


Tercer mundo acabó

Es un chiste en el exterior

Pero Brasil se volverá rico

Vamos facturar un millón

Cuando vendamos todas las almas

De nuestros indios en una subasta, 

¿qué país es este?

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