Título original : さようなら、ギャングたち
Año de publicación : 1982
Presnte edición : Ediouro Publicações, 2006
Traducción : Jefferson José Teixeira.
Fue una grata sorpresa el encontrar una edición brasileña del primer libro publicado por Genichiro Takahashi (1951), escritor que hace poco tiempo se llevara el Premio Tanizaki 2012 por su obra “Sayonara, Christopher Robin”; por lo visto guarda cierto gusto por utilizar la palabra “adiós” al momento de titular sus obras.
Si hasta ahora tenía la idea de que la literatura nipona se caracterizaba por la sutileza, que a veces la puede hacer ver incluso como austera; la pulcritud, tornándola en muchos momentos etérea, aquí Takahashi se sale del padrón desde las primeras líneas, entregándonos una escena bien gore –la explosión de la cabeza del presidente de los Estados Unidos al masticar un sospechoso chicle Nabisco a los que era viciado, en medio de toda su seguridad, obra qué duda cabe, de los gangsters- que es nuestra bienvenida a la historia.
Historia que en realidad no versa sobre gangsters en sí, sino en la vida de un simple profesor de poesía (¿existían profesores de poesía?) de una escuela de poesía, en un lugar donde la gente carece de nombre y donde cada quien puede elegir a la persona que le bautizará. Tras una sesión de conversas intercaladas con bastante sexo con la mujer con quien este profesor tiene una relación más o menos libre, llegarán a algo mejor que pasar a una relación en serio (aunque quizá al final signifique eso): se bautizarán; así, ella pasa a llamarse “Song Book de Miyuki Nakajima” (*), Song Book para los amigos, dueña y ama del gato llamado “Enrique IV”, lector compulsivo que gusta sorber su leche con vodka; Song Book devolviéndole el gesto a su amado amante lo llamará “Sayonara Gangsters”, nombre que hacia el final de la obra cobrará sentido.
Los gangsters aparecerán en la vida del profesor hacia el tercer y último capítulo: el gangster gordo, el gangster callado, el gangster bajito y el gangster guapo, me recuerdan a Mr. White, Mr. Blue, Mr. Pink, Mr. Orange, y Mr. Brown de “Reservoir Dogs (1992)”, pero el recuerdo es solamente por lo llamativo de los nombres. Los gangsters de la novela son casi inmortales, pueden llevar varios tiros en el cuerpo y tras una breve caída se levantarán, solamente son aniquilados si alguien consigue volarles la cabeza (como al presidente norteamericano del inicio del libro. ¿El mayor gangster?), detalle que me remite a “Highlander (1986).” Esos cuatro gangsters develarán a uno más, sorprendiéndonos tanto a nosotros como a nuestro narrador.
Takahashi con esta historia parece quejarse sobre el ritmo de vida siempre apurado, sin tiempo para detenerse a observar, a escuchar, a leer (y eso que a inicio de los 80’s no había ni celulares, ni internet), pues pareciera que de hacerlo el motivo cambia, la idea muta, en donde el cotidiano significa el estar envueltos en una gran confusión, y a la vez preocupados por cosas nimias, información que nos la ofrecen como importante pero que en verdad no nos hacen crecer como personas.
El libro está dividido en tres partes en las que el autor deja claro su singular manera de narrar: hace uso de pequeños y simples dibujos atribuidos al narrador para acentuar lo que éste está diciendo, también hay dos páginas con diseños tipo manga, y lo más llamativo es que hay muchos capítulos de pocos párrafos, inclusive de una sola línea, tan elocuentes que no se siente la falta de más palabras para entender la acción que está desarrollándose. Pero los capítulos extensos también rinden buenas páginas aunque sean alucinaciones tan estrambóticas como la prolongada reunión y charla con Virgilio, Ovidio, Empédocles, Hesíodo, Alceo, Anacreonte y Aristófanes discutiendo sobre poesía y la “Vieja Guardia”; todo tiempo pasado fue mejor.
Genichiro Takahashi abandonó los estudios de la Yokohama National University, siendo en su época estudiantil un activista político radical, llegando incluso a pasar seis meses en prisión. Es autor de “John Lennon contra los marcianos” y “A*D*U*LT*O”. En la actualidad es profesor de literatura en la Meiji Gakuin University y es colaborador del Asahi Shimbun.
Esta singular manera de hacer literatura me hace recordar a obras del inglés Will Self y del brasileño Ignácio de Loyola Brandão, con esa escrita ácida y atropellada, que pareciera sin sentido, hasta desordenada, difícil en muchos momentos, lúdica en otros, pero en realidad meticulosamente siguiendo un padrón, el que Takahashi quiere imprimir; hay que tener mucho coraje para mandarse un debut literario con una obra como ésta; la vanguardia es así, como dice el maestro García. Ojalá y se animen a traducir al castellano y/o portugués, y editar más obras de Genichiro Takahashi, que no sólo de Murakami vive el mundo.
(*) Miyuki Nakajima 中島 みゆき (Sapporo, 1952) es una de las cantautoras más conocidas en la isla. Para los que viven allá o alguna vez vivimos, es frecuente depararse con temas suyos. Particularmente, y después de estar algún tiempo por allá, en el grupo donde están Aretha Franklin, Mercedes Sosa, Chavela Vargas, Nina Simone, Eva Ayllón, Susana Baca, Elis Regina, Björk, y Cesária Évora también está Miyuki Nakajima.
Takahashi con esta historia parece quejarse sobre el ritmo de vida siempre apurado, sin tiempo para detenerse a observar, a escuchar, a leer (y eso que a inicio de los 80’s no había ni celulares, ni internet), pues pareciera que de hacerlo el motivo cambia, la idea muta, en donde el cotidiano significa el estar envueltos en una gran confusión, y a la vez preocupados por cosas nimias, información que nos la ofrecen como importante pero que en verdad no nos hacen crecer como personas.
El libro está dividido en tres partes en las que el autor deja claro su singular manera de narrar: hace uso de pequeños y simples dibujos atribuidos al narrador para acentuar lo que éste está diciendo, también hay dos páginas con diseños tipo manga, y lo más llamativo es que hay muchos capítulos de pocos párrafos, inclusive de una sola línea, tan elocuentes que no se siente la falta de más palabras para entender la acción que está desarrollándose. Pero los capítulos extensos también rinden buenas páginas aunque sean alucinaciones tan estrambóticas como la prolongada reunión y charla con Virgilio, Ovidio, Empédocles, Hesíodo, Alceo, Anacreonte y Aristófanes discutiendo sobre poesía y la “Vieja Guardia”; todo tiempo pasado fue mejor.
Esta singular manera de hacer literatura me hace recordar a obras del inglés Will Self y del brasileño Ignácio de Loyola Brandão, con esa escrita ácida y atropellada, que pareciera sin sentido, hasta desordenada, difícil en muchos momentos, lúdica en otros, pero en realidad meticulosamente siguiendo un padrón, el que Takahashi quiere imprimir; hay que tener mucho coraje para mandarse un debut literario con una obra como ésta; la vanguardia es así, como dice el maestro García. Ojalá y se animen a traducir al castellano y/o portugués, y editar más obras de Genichiro Takahashi, que no sólo de Murakami vive el mundo.
(*) Miyuki Nakajima 中島 みゆき (Sapporo, 1952) es una de las cantautoras más conocidas en la isla. Para los que viven allá o alguna vez vivimos, es frecuente depararse con temas suyos. Particularmente, y después de estar algún tiempo por allá, en el grupo donde están Aretha Franklin, Mercedes Sosa, Chavela Vargas, Nina Simone, Eva Ayllón, Susana Baca, Elis Regina, Björk, y Cesária Évora también está Miyuki Nakajima.
2 comentarios:
Tengo ganas de leer este libro hace tiempo, ya me había topado con alguna reseña del libro pero de una traducción al inglés.
En castellano creo que no tiene ningún libro publicado este Takahashi.
Gracias Manolo, lo cierto que me ha entrado la curiosidad de este hombre,
chao
Sí, curiosidad es lo que despierta encontrar un libro de un autor tan desconocido por aquí también. Me atrevo a decir que es el único libro de él editado en Brasil. A ver si con el Premio Tanizaki que ganó se animan a publicar por lo menos su última obra.
Abrazo!
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