Powered By Blogger
Mostrando las entradas con la etiqueta Japón. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Japón. Mostrar todas las entradas

sábado, 6 de agosto de 2016

Lluvia negra, Masuji Ibuse





Título original : Kuroi Ame 黒い雨

Año de publicación : 1965

Título en portugués : Chuva Negra

Editora : Estação Liberdade

Año de la presente edición : 2011

Traducción al portugués : Jefferson José Teixeira




Recuerdo la primera semana tras instalarme en la ciudad de Minokamo, estado de Gifu. Dispuesto a ingresar a un centro comercial, al ladito de la puerta principal estaban un grupo de personas con unas urnas pidiendo dinero, algo muy inusual en Japón. Ellos explicaban los motivos, pero en mi pobre idioma japonés no entendía a ciencia cierta a qué se referían, hasta que mencionaron las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, mientras otra persona me entregaba álbumes llenos de fotografías muy crudas, de los sobrevivientes en los años posteriores a aquel fatídico 1945, y hasta aquel entonces, 2004. Y es que hasta inicios de este siglo había personas enfermas por la exposición a la radiación.

Un día como hoy, hace exactamente setenta y un años, fue soltada la bomba atómica en la ciudad japonesa de Hiroshima. La trama de ésta novela trata sobre aquellas personas que sobrevivieron a aquel ataque. El título hace mención a las grandes nubes negras cargadas de lluvia con radiación, fragmentos a modo de ceniza, llenos de rayos gamma y uranio, que dejaba todo y a todos como con un grueso manto negro, cuyos efectos se conocerían rápidamente entre la población, expuestos a la hambruna y abandono por un lado, y a las órdenes de no bajar la guardia para un posible ataque cuerpo a cuerpo en suelo japonés por otro. Un caos total donde pareciera que lo mejor que le podría pasar a cualquiera en aquellas circunstancias era no haber sobrevivido. La naturaleza da señales de cambio rápidamente, en sus flores, plantas, insectos, peces, agua, convirtiendo a Hiroshima y alrededores en un lugar inhabitable, en teoría, pero donde muchos, abandonados a su suerte, se las ingenian para darle nuevamente un sentido a sus vidas. Y es que la trama no es en sí la caída de aquella primera bomba, sino lo que sucedió con los que ahí consiguieron levantarse tras esa tragedia.

El libro comienza cinco años después de aquel fatídico hecho, donde el autor nos presenta a la joven Yasuko, la muchacha que está en boca de todos por creerse que estuvo en aquel lugar, expuesta a la radiación, motivo que dificulta la tarea de sus tíos Shigematsu Shizuma y su esposa, Shigeko, en encontrarle un esposo, pues cada galán que aparece con pretensiones de matrimonio es alertado al respecto por infames vecinos. Y es que en aquellos tiempos se creía que tener contacto con un hibakusha directamente sería contagioso. Shigematsu decide entonces transcribir los diarios de Yasuko, de su esposa, del médico reservista Iwatake, y el suyo propio, para enviárselo y así convencer al pretendiente de su sobrina, en un intento de alejar toda duda y sospecha.

Aunque uno puede tratar de hacerse la idea de cómo debió ser los días posteriores al estallido no hay asideros reales para formar una opinión válida, más allá de lo trágico. Aquí, a través de las transcripciones de aquellos diarios podemos saber cuán terrible fue este holocausto, con cadáveres amontonados por todos lados; hedores que empiezan rápidamente a aparecer; enjambres de moscas y mosquitos; hibakushas cual zombis en busca desesperada por un poco de agua, que no calma esa sensación de intenso calor interno; quemaduras de todo tipo difícil de cicatrizar; rostros hinchados como pareciendo a punto de explotar; y lo más increíble, aquel extraño sentimiento pacifista en relación a los estadounidenses: no hay ira, ni en los personajes del libro, ni en la población en la actualidad. Shigematsu es un atento observador del cambio radical de su ciudad y alrededores, recordando inclusive poemas en algunos momentos entre los escombros de lo que fue una gran ciudad. 






Resulta increíble saber que en Okinawa está una base grande norteamericana, y que muchos –sino todos- japoneses no guardan rencor por esa afrenta, es más, las nuevas generaciones hasta admiran la cultura estadounidense.

Fue llevada al cine en 1989 por el director Shōhei Imamura. Dicha película la pueden ver aquí pudiendo activar subtítulos al español, portugués e inglés.

Si algo hay que reconocerle a Masuji Ibuse (Hiroshima, 1898 – Tokio, 1993) es el ofrecernos una acuarela de una situación extrema: no hay resentimiento, hasta diría que ni molestia por lo sucedido. Aconteció, y hay que luchar por continuar viviendo, tan simple como eso. Hay que tener en cuenta que tan solo quince años después (1960) comenzó “el milagro japonés”, a crecer la economía en ese país que los llevaría a ser potencia mundial, albergando inclusive diecinueve años después unos Juegos Olímpicos (1964) en Tokio. ¿Qué país y sociedad lograría eso a tan poco tiempo de ser víctima de tamaño holocausto? Y si hubiese algo que reprocharle al autor es el lenguaje simple –acostumbrado con otros autores nipones, que no escriben, sino esculpen, con una precisión bárbara el lenguaje- que encuentro en esta obra, pero esto pasa a ser un mero detalle, pues lo que me pasa a importar aquí es el fondo y no la forma.

Masuji Ibuse no tendrá la fama de Akutagawa, Mishima, Kawabata, Oé, o Murakami, pero ciertamente con éste libro vencerá la barrera del tiempo. Obra clásica de la literatura japonesa que nos descubre una ventana a un pasado terrible, el cual debería ser prohibido olvidar.


domingo, 28 de febrero de 2016

Sueño, Haruki Murakami




Título original : Nemuri 眠り

Año de publicación : 1990

Título en portugués : Sono

Año de publicación : 2009

Editora : Alfaguara

Ilustraciones : Kat Menschik

Traducción al portugués : Lica Hashimoto




Es difícil ponerse en los zapatos de una mujer. ¿Alguien lo ha intentado? Haruki Murakami, se ubica desde la perspectiva de una mujer aparentemente sencilla (no debe existir mujer sencilla, todas son complejas, felizmente), una ama de casa en una rutina que, sin sospecharlo, la agobia, cuando de pronto un hecho inusitado le abrirá una puerta secreta en ella, y tras dar una espiada, el resultado la atemoriza: ella es como una oruga presta a salir de su cápsula, convertirse en una mariposa, y volar. Y para despertar de ese marasmo lo surreal aparece en su vida de manera tan insospechada como pertinente en cualquier libro de Murakami: una buena noche simplemente no puede conciliar el sueño, y, ante una experiencia que me hace recordar mucho al tipo de “La caza del carnero salvaje” percibe que no puede dormir más, refugiándose en la lectura de Ana Karenina, sintiéndose arropada en la música de Mozart y Haydn, 
y degustando un Rémy Martin, comenzando así su acto introspectivo de cómo era antes de formar una familia y cómo lo es en el presente, tan diferente. ¿Adónde se fue aquella chica que amaba libros? ¿En qué momento y por qué mudó de vida volviéndose una esposa y madre ejemplar? Una ama de casa con todas las necesidades cubiertas, pero tan sosa, tan apática. Tras aquel acontecimiento, su insomnio de diecisiete días la libertará. ¿Alguien ya ha estado sin dormir más de veinticuatro horas? Yo ya estuve treinta y nueve con 40 minutos más o menos, y el cuerpo, cual máquina comienza a no responder, a pedirte descanso. Es una sensación extraña el no tener control de uno mismo. En el caso de nuestra narradora cada día que pasa ella se siente más fortalecida, como rejuvenecida ante el hecho de saber que tendrá todo ese tiempo para ella sola, para no compartirlo con nadie más, hacer lo que bien le plazca. Un problema, tiene familia: esposo e hijo a quienes atender. Va comenzando a reparar en qué estaba pensando cuando cambió abruptamente su vida, viendo a su buen esposo bajo otro prisma, tomando un peligroso baño de realidad, no sintiendo ganas de estar más ahí, y lo peor, viendo en el rostro de su hijo una copia exacta de su marido, lo que la lleva a despojarse de todo amor o ternura que cualquier madre tiene. Una extraña absoluta en un mundo extraño, y su insomnio ahí, invitándola a ser ella, a retomar su verdadera vida. 

Mención aparte merecen los trabajos de la artista alemana Kat Menschik, diseños metálicos, un frío que envuelve. La de la mujer parada frente a la proa de un barco, tan cerca, tan intimidante, es mi preferido. Desde que una vez a mediados de los 80’s, con nueve o diez años de edad mi madre me llevó a un enorme barco-biblioteca-librería que hizo parada en el Callao, el cual iba de ciudad en ciudad, de país en país. Desde ese día tengo un sueño que vuelve cada cierto tiempo: el estar en el puerto ante olas gigantescas, que no me tocan, pero las puedo ver tan cerquita que me asustan, y un barco –aquella hermosa biblioteca flotante- pasando ante mí tan cerca que pareciera que la puedo tocar si tan solo estirase mi brazo, pasando despacio, tranquilizándome. Recuerdo que no teníamos dinero, pero igual mi madre me llevó a conocerlo, y hasta pude salir feliz con dos libros en manos, sobre fauna marina. “No podemos comprar todos esos –me decía, ante el grupo que yo podía cargar-, pero apunta los títulos y los buscas en la biblioteca de doña Pocha”-, refiriéndose a la biblioteca que administraba doña Pocha, en Mangomarca, San Juan de Lurigancho, Lima, adonde yo acudía las tardes después del colegio; ¡qué será de doña Pocha! Ojalá y esté muy bien. Me han dado unas ganas de abrazarla. No me quiero salir más del contexto, solamente quería hacer referencia al sueño y lugar que me llevó el diseño de la página 88, me trasladó a aquel tiempo: ¡Gracias Kat!








Bella edición de "Alfaguara" en Brasil, con tapa dura y letras grandes. En castellano la editora “Libros del Zorro Rojo” se hace cargo de la publicación, y por lo visto la calidad es la misma.

Si aún no conoces a Haruki Murakami comienza a leerlo por sus obras más antiguas, y ésta es una de ellas, las cuales hasta ahora para mí no tienen pierde. De las “modernas” por así decirlo, sólo leí una, y no llegó a colmar mis expectativas, que eran altas por el halo de genio que cubre a éste autor. Y lo es, no cabe duda de eso, y este libro es un pequeño ejemplo de ello. 


Este cuento es de aquellos sueltos que publicó en revistas y fue compilado en “Zō no shōmetsu” (“象の消滅”) “El elefante se evapora” en traducción libre, libro el cual está en mis manos, motivo por el cual lo he podido leer en inglés y ahora en portugués. Estos son los textos de Murakami en los que simplemente dices: ¡Maestro! Cómo de un hecho tan sencillo puede tejer una trama tan compleja. Cómo la rutina puede llegar a lapidar con tu vida. Lapidar es un término que escojo tras este final, abierto a la interpretación da cada lector. Como la mayoría de libros de Haruki Murakami engancho desde las primeras líneas, y reparo que acabó tan rápidamente, pensando en las posibilidades que podrían darse ante aquel final tan intrigante. Es difícil no seguir con otro libro de él. Así debe ser el vicio por las drogas. En tal caso, sus obras son una droga buena, de la cual no hay problema –ni dificultad- de enviciarse. 





Booktrailer de Sueño, Editora "Libros de Zorro Rojo" 

martes, 14 de julio de 2015

El lago, Yasunari Kawabata




Título original : みずうみ Mizuumi

Año de publicación : 1954

Año de la presente edición : 1976

Editora : Plaza & Janés Editores

Traducción : Antonio Bigu Del Blanco.



La historia inicia con una persecución, acto que se convirtió en una constante en la vida del pacato profesor Gimpei Momoi, y con este transcurrir el autor, Yasunari Kawabata sorprende, pues la trama se torna muy vertiginosa, fluye desde el inicio con una velocidad que parecemos estar huyendo junto con Momoi, a procura por un lugar seguro. Él cultiva una obscura obsesión, el perseguir jóvenes mujeres de diferente estilo; no tiene bandera, y al final pareciera él mismo preguntarse del porqué de aquella manía.

Kawabata desnuda ante nosotros a Momoi de su propia vergüenza, no sólo por poseer aquella incontrolable debilidad, sino también del reparo que él hace hacia su propia fealdad, centrada como un fetiche en sus enormes e incongruentes pies, en una particular escena donde Miyako, una masajista, y futura víctima de Momoi, lo baña y acicala con un ritmo pausado, de cuidadosos movimientos, a manera de ritual, porque en Japón los masajes lo son: una persona deja afuera no sólo sus ropas sino su jerarquía, para que su cuerpo sea cuidado con el mayor respeto posible como en un recinto sagrado. Los detalles de las sesiones de masajes son al máximo posible transmitiendo perfectamente todo este ritual donde un obrero o hasta un pervertido, como el caso de nuestro personaje principal, es tratado de la misma forma que un profesor o un alto ejecutivo. Aquí el ritmo en la obra es pausado, detallista. Los silencios son tan contundentes que podemos escucharlos.

Esta cadencia en la trama contrasta con lo frenético que se convierten las persecuciones y huidas recordadas por las diversas mujeres que van llegando a la vida de Momoi, esto, sumado a lo introspectivo cuando él intenta encontrarle algún sentido a su obsesión, en aquellos dolorosos momentos donde el sentimiento de culpa le cae con dureza -aunque no le impida nuevamente acometer rápidamente otro acto de la misma índole-, torna esta novela muy atractiva, hasta diría que fuera de los padrones de un escritor japonés, más aun de obras clásicas, menos contemporáneas, donde generalmente lo pausado y lo elegante van de la mano. Aquí Kawabata no deja de lado esa característica sino que le suma un ritmo que, como en una vorágine, envuelve desde el principio. 


Hiroito saludando a Kawabata


1954 fue un año muy productivo para Kawabata, publicó tres libros: “El sonido de la montaña” y “El maestro de go”, además del presente título. Me encantaría poder tener conmigo aquellas dos obras para saber si esa extraña productividad no mermó la calidad de su escrita –aunque sospecho que no fue así-.

Uno de los personajes, la masajista Miyako, me deja “El diablo en el cuerpo” de Raymond Radiguet, al que hace referencia al recordar un pasaje: son estas “migajas de pan” dejadas en el camino que me encantan encontrar, ya sea en una canción, o en un libro como el de ahora. Tendré que estar atento por si se me cruza en el camino aquella obra del hasta ahora desconocido –por mí, por supuesto- escritor francés.

La presente obra –como varias de Kawabata- fue reditada en castellano por Emecé Editores, con traducción directo del japonés. Esta antigua edición de Plaza & Janés está descontinuada y me parece que es una traducción de su versión en inglés. Aunque esto no haya impedido el disfrute de una obra del Premio Nobel japonés, yo me haría de la nueva edición de Emecé también, y poder comparar ambas; lo mejor, en tal caso, es que no falten ediciones. 

Kawabata nos invita a Tokio pós-guerra, a ingresar a las vidas de mujeres tan distintas entre sí pero que guardan en común una realidad donde la inocencia parece ausente, y, sobre todo, al complejo mundo de una persona aparentemente tan mansa pero que en realidad alberga a un individuo tan diferente que convive con él, que llega a atemorizar hasta a él mismo. Fondo y forma, de esto hace gala el Nobel nipón. Bienvenidos al mundo del maestro Yasunari Kawabata. 

viernes, 10 de abril de 2015

La caza del carnero salvaje, Haruki Murakami




Título original : Hitsuji o meguru boken

Año de publicación : 1982

Título en português : Caçando carneiros

Año de esta publicación : 2001

Editora : Estação Liberdade

Traducción : Leiko Gotoda




Hay muchos hombres (incluso conozco algunos) que cultivan una fijación por los pies femeninos, ya nuestro narrador encuentra la belleza en las orejas de su chica; desde ese detalle aparentemente nimio ya se puede visualizar una diferencia en la óptica de Haruki Murakami. Además, claro está, mantiene las características marcadas de su escrita : gatos, cocina, buena –muy buena- música, y esa aparente sensación de vacío que imprime en sus personajes, pero que en realidad son presentados con el devenir de la trama de una manera muy detallada, muy interna, desde lo más profundo de ellos, con sus sentimientos, filias y fobias expuestas a nosotros. Solitarios, son desmenuzados al punto de encontrar algunos aspectos de ellos en mí, y en algunos de los de mi entorno. Desde ésta obra digamos antigua de Murakami demostraba aquella extraña habilidad al explorar las sutilezas y evocar las diversas emociones con una escrita seca, pero atractiva, por lo directa que llega a ser.

El frio curitibano ayuda: fuerte viento frio y lluvia por doquier, y no sé si es la trama o el clima de donde estoy –quizá sean ambas cosas- pero el gélido momento al que acostumbra estar nuestro narrador lo siento como lector. Como si al abrir las páginas del libro se desprendiese de él un clima especial. No es desagradable. Tampoco es floro barato. Es un rico y extraño frio.

Desde la movida metrópoli que ya era Tokio, hasta las lejanas, solitarias y gélidas montañas de Hokkaido, los ambientes mudan, mas no el ritmo de la obra. Una de las virtudes que encuentro es justamente esa cadencia con que cuenta la historia. De a pocos va presentando hechos digamos normales hasta que de pronto aparece algo fortuito, que no debería estar ahí, pero está, como aquel diferente carnero en el afiche con la estrella en el lomo, interesando de a pocos, seduciendo, hasta envolver totalmente; engancho desde un inicio con la trama.

El desdén por la vida del Dr. Carnero y su aislamiento en un cuarto del Hotel Delfín; el fortuito desaparecimiento de la novia del narrador; el suicidio de la joven sin nombre al inicio del libro; el pintoresco personaje de La Rata, amigo de nuestro narrador; el misteriosos hombre del terno negro que contacta al narrador para encontrar al hombre-carnero, y el propio narrador, todos tan diferentes entre sí, y al mismo tiempo iguales en los diversos misterios que ellos llevan consigo.

Coqueteando con lo fantástico el autor llega a recrear un ambiente donde lo insólito es verosímil, en ningún momento parece nada forzado, y, de a pocos, al igual que al personaje principal y a su novia nos va insertando en ese momento donde el mundo alternativo -donde por ejemplo habita su amigo La Rata- y el que se cree real se juntan, obteniendo grandes trechos. Al igual que en el preámbulo el placer de la lectura es total; si tuviese que escoger algunos libros para llevarlos conmigo a otro país –aunque me llevaría toda mi biblioteca, o al menos trataría- me llevaría éste, y su secuela. 





Incomoda un poco encontrar las diversas marcas que el narrador consume. Pareciera innecesario, pero creo que es justamente eso lo que él quiere señalar: ese consumismo feroz del que ya estaban habituados los japoneses de la década de los 70’s. Muy parecida a la realidad peruana y brasileña actual, consumismo total. 

Al igual que “¡Baila! ¡Baila! ¡Baila!”, aquella secuela que mencionaba, ésta es una obra donde lo detectivesco va de la mano con lo psicológico, todo muy bien amalgamado, que por momentos podría apreciarse cierto desgano y conformismo en los personajes; nada más alejado de la verdad, pues a pesar de su pasividad todos ellos siempre están en una constante búsqueda por ese algo que desconocen. No mermó en mí el hecho de haberlos conseguido y leído de una manera no cronológica, intenté abordarlo como una precuela, y no estuvo nada mal. Ambas obras son de lo mejor hasta ahora de lo que conozco de Murakami, el famoso (Ryu lo es menos) reforzando en mí aún más aquel halo de felicidad que sus más fervientes seguidores sienten con la sola mención de su nombre, atentos a cada mes de octubre, dispuestos a celebrar algo que ellos –con más obras de él devoradas- ciertamente están seguros de ser un título muy merecido. 






South of the border - Nat King Cole 

Según Wikipedia el gan Nat King Cole nunca grabó este tema que es el que el narrador de la presente novela escucha en un viejo tocadiscos (pág. 269). Pero en youtube encontré esta versión hecha por un fan del cantante. Hasta en eso vierte misterio Murakami. 

viernes, 21 de noviembre de 2014

Escándalo, Shusaku Endo



Título original : スキャンダル

Año de publicación : 1986

Título en portugués : Escândalo

Año de esta publicación : 1988

Editora : Rocco

Traducción : Maria Helena Torres


Tercera obra de Shusaku Endo que leo y ya hacia la mitad del libro sumo otro escritor más a esa lista -que encabezan Borges y Cortázar- de aquellos que no ganaron el Premio Nobel de Literatura; ¡cómo los suecos pudieron dejarlo pasar a él también!

Y eso que aquí al igual que en los otros dos libros de él anteriormente leídos tiene también aquel ingrediente esencial para que en cualquier otro escritor la obra se pierda en un panfletismo barato, pero no en Endo: aquella característica de inserir en su personaje principal el halo del católico conservador. Despierta la atención en cualquier lector más aún si es la primera vez que se le lee: un japonés católico conservador como personaje principal. Si se ha recorrido (disfrutado, como es mi caso) de una o más obras de este escritor japonés ya no sorprende tanto. Lo que sí no deja de sorprenderme es la manera magistral como hace de eso un mero detalle, y que por aquello no mete a su personaje en una burbuja abstrayéndolo del mundo real, de sus vicios y desventuras.

Llega a crear un ambiente tan perfecto en el cotidiano de Suguro (quizá el alter ego de Endo): escritor famoso y respetado, no sólo en su isla sino mundo afuera; casado, con una vida marital intachable; acude a ceremonias y premiaciones con la misma seriedad, disponibilidad y dedicación con la que atiende a sus lectores en firma de libros e incluso a través de cartas, para que de pronto aparezca en su entorno un opuesto idéntico a él que, aunque en la misma ciudad, Tokio, parece transitar por las antípodas, con costumbres tan deplorables, manías excéntricas y vicios que están a punto de cruzar aquella delgada frontera para convertirse en crimen, siempre con la enajenación estampada en el rostro.

La pasividad y rectitud del personaje principal tambalea ante el acoso de Kobari, hábil periodista de investigación que ya hizo caer a un primer ministro japonés tras un reportaje suyo, lo sigue a donde vaya convencido de poder desenmascararlo, mientras que Suguro sabe que se trata de un impostor dispuesto a macular su imagen.

Fetichismo, vouyerismo, sadomasoquismo, esas primitivas ansias de sexo salvaje, muy agresivas al punto de poder matar a la otra parte, pero que no dejan de ser placenteras para el amo, en este caso el sensei, se alternan y contrastan con la pacata vida de Suguro en una trama muy bien estructurada en nueve capítulos numerados, con varios subcapítulos sin numeración, que me hace recordar mucho a la escrita de Vargas Llosa -salvo que éste último viaja a través del tiempo, se manda al futuro, te lleva al pasado, muchas veces de un mismo personaje sin que el lector lo descubra al inicio-, pero aquí Endo es más lineal, alterna muy bien los hechos más sosos y tranquilos con los de cruda perversión; conversas sobre suicidio, el olor a muerte hacia la mitad de la obra y en adelante campea en cada página; ¿es realmente un impostor el fiel visitante a los antros en Roppongi, o puede ser que dos individuos totalmente opuestos habiten en una misma persona?; esa ebullición de placer en Motoko tan grande como su deseo por morir, esa previa al orgasmo cuando pareciera alcanzar ver la luz, pero no entra, su placer parece estar en llegar al umbral de esa puerta, y regresar; la doble vida de la señora Naruse: una cariñosa y dedicada mujer voluntaria en un hospital atendiendo niños, contándoles tiernas historias infantiles para disipar el tiempo durante la hospitalización de ellos, y a la vez, fuera de aquel recinto, una firme dominatriz dispuesta a disciplinar y llevar a buen puerto la relación entre dominante y esclava, tanto del sensei como de cualquier otro asistente a esas bacanales; la historia de Toshio, marido de la señora Naruse es fundamental –además de muy interesante- para entender el comportamiento de ella en el presente de la obra. Él, al regresar de la guerra en China donde fue destacado es quien siembra sin saber la semilla de la lascivia en su mujer: encontrar el placer en el dolor, en el límite con la muerte; la firme e incesante investigación de Kobari que durante sus entrevistas en aquel sórdido mundo llegará a conocer a Motoko y experimentar el placer liberando su furia en ella para delirio de su entrevistada; el placer de aquel impostor por practicar la hipoxia o comúnmente conocido como “la asfixia erótica”, ejerciendo en sus parejas la presión adecuada estrangulándolas –con la venia previa de la mujer- hasta el límite sin llevarla a la muerte, sentir que tiene ese poder de decidir si vive o muere hace que él alcance un orgasmo, al parecer de aquellos; las dos conversaciones entre Suguro y Tono senpai en momentos diferentes sobre psicoanálisis, y el punto de vista desde ese prisma acerca del sadismo y el masoquismo, barajando incluso la fantástica posibilidad de un doppelgänger, teorías de autores como Sigmund Freud y Erich Fromm son citadas, así como también la obra me devela dos escritores japoneses que me eran desconocidos hasta ese momento: Saneatsu Mushanokōji, y Yūzō Yamamoto -ya veré si hay algo de ellos en castellano y/o portugués-: ambas conversas muy sabrosas y gratificantes, no tienen pierde.

En varios momentos parece quedar en el aire o dejarlo a manera de duda quién realmente tiene el control, si Motoko o sus respectivos dominantes. La lógica -desde mi neófito punto de vista- diría que son los dominantes, mas Endo se las ingenia para dejarlo en duda, insinuando que es Motoko, la esclava, quien realmente es la que decide. Mientras ellos ejercen el dominio físico, ella pareciera tener el dominio psicológico. 



Pero tampoco estoy frente a una obra del Marqués de Sade, no. Como buen japonés la escrita de Shusaku Endo es muy sutil hasta cuando grafica hechos tan llenos de lascivia, desde la óptica de la señora Naruse, destila tanta calma al pormenorizar cada detalle de su vida, y la de su esposo en China. Contrasta con la sorpresa total de Suguro por enterarse de que todo aquello pueda existir. En ningún momento la escrita de Endo se deja arrastrar por la vorágine de ciertos hechos, no claudica a perder la elegancia. 

A diferencia de su compatriota Haruki Murakami –lo menciono porque hace poco, mientras yo leía esta novela, conversábamos por aquí en Curitiba sobre lo jodido que debe ser para él desde hace unos años la llegada de cada mes de octubre- que te deja algo nostálgico, Shusaku Endo, un atento interesado en todos los aspectos de la naturaleza humana, te deja perplejo. 




I belong to you - Lenny Kravitz 

Comentaba algunos pasajes de este libro con Cris y ella al toque me recomendó esta canción de uno de sus ídolos, Lenny Kravitz, así que su recomendación está aquí. 

jueves, 15 de mayo de 2014

After Dark, Haruki Murakami




Título original : アフターダーク Afutā Dāku

Año de publicación : 2004

Título en portugués : Após o anoitecer

Editora : Alfaguara

Año de esta edición : 2009

Traducción : Lica Hashimoto / Ho Yeh Chia, del Deparatamento de Lenguas Orientales de la USP encargada de la transcripcón fonética de los diálogos en chino del capítulo 3.




 

Siempre creí que se debería vivir de noche. De pequeño muchas veces dormía de tarde para prepararme a hacer mis tareas desde la nueve de la noche por toda la madrugada para luego bañarme y estar pronto para ir al colegio. Ya de adulto, y en la etapa nipona, mientras muchos veían con desagrado el trabajar de madrugada yo me sentía aliviado, con más ganas, pudiendo escuchar todo el ruido de los enormes insectos y pequeños batracios –aquel extraordinario universo ahí a mi ladito- en los arrozales o, como Mari, una de las protagonistas de esta historia, ir al Denny’s –a veces al Joyfull o Saizeriya- y encontrar aquel barullo de las personas que harían dudar a cualquiera que estás en plena madrugada por el gran movimiento que el local alberga.

Eri y Mari Asai son dos hermanas antagónicas: la primera es bella, la otra simple; una es modelo, la otra pasa desapercibida; y aunque alguna vez se abrazaron muy fuerte generalmente son como dos imanes de polos iguales; la primera duerme un sueño profundo aunque no está en coma; la segunda, bilingüe, para vivir, prefiere la noche.

Kaoru, Komugui y Koorogui trabajan en el motel Alphaville donde en una habitación una prostituta china fue brutalmente golpeada y robada. Ante sus constantes fracasos en el intento por comunicarse con la víctima, y con la mafia china a la que esa joven mujer pertenece, requerirán de un intérprete, acudiendo a Takahashi, antiguo empleado del motel y amigo de ellas.

Takahashi es un joven y talentoso músico aunque es consciente de sus limitaciones. Duda entre profundizar en su carrera musical o abandonarla definitivamente para estudiar derecho en la universidad. Es un signo de interrogación andando, aunque si alguna certeza lleva consigo es el querer tener alguien con quien compartir sus pequeñas victorias y grandes desilusiones, pero sobre todo sus constantes dudas. 


Shirakawa es un joven ejecutivo, atleta, pulcro y meticuloso, también parece revelarse como un atento esposo. Se observa detenidamente ante un espejo y la razón no es mero narcicismo, su mirada intenta ser más profunda, como queriendo reconocer en sí un defecto, una imperfección, una condena, recriminándose, aceptándose, Finalmente, algo de vanidad aflora en él: pareciera que el acto consumado hace pocas horas lo hace sentirse bello.

 






Todas las historias que se enlazarán en determinados momentos transcurren en una sola noche, así, cada capítulo inicia con un relojito que va indicándonos la hora en que van sucediéndose los hechos. Aunque solos o acompañados todos los personajes parecen tener a la soledad como una característica en común, Muchas veces accedemos a estos como la cámara que filmará estos acontecimientos –como en el cuarto donde Eri Asai duerme, parezco fluctuar en su atmósfera-, pasa la impresión de que si alguien quisiera filmar esta historia no tendría que trabajar mucho con el guion pues pareciera ya estar listo para eso. “Somos um autêntico ponto de vista e do céu olhamos a cidade.” (Pág. 201) Y si con la noche la vida aflora, también seremos partícipes del ocaso con la llegada de la luz matinal que todo lo obnubila, donde muchos herejes se atreven a despertar.


Es un libro con una trama que va por un difícil lindero el cual fácilmente podría hacer descartar el libro antes de llegar a la mitad. No es el mejor libro para iniciar con este autor, podría hacer que lo odies, quizá hasta sentir que es un escritor sobre valorado. Creo que es mejor si ya se ha leído un par de libros de él con antecedencia, pues reconoceremos sus lugares en común, sus filias, conocer y aprender aún más sobre sus gustos musicales impresos en la vida de sus personajes como la banda sonora de sus vidas, y a la vez sus estruendosos silencios. En resumen, dejarse encantar con aquella sutileza sombría de Haruki Murakami. 




"Nel dormir l'anima mia" es uno de las cantatas de Alessandro Scarlatti que Shirakawa escucha en su momento de introspección.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Vorágine, Junichiro Tanizaki



Título original : Manji

Año de publicación : 1930

Título en portugués : Voragem

Editora: Companhia das Letras

Año de la presente edición : 2001

Traducción : Leiko Gotoda



El complejo ser humano parece nunca estar contento donde está, con lo que tiene, anhelando lo de otros, y casi siempre sin valorar con lo que ya cuenta. Este dilema tan actual parece ser atemporal y Junichiro Tanizaki (Tokio, 1886 – Kanagawa, 1965) sabe sacar partido de esta característica muy común en las personas, tejiendo un enredo donde nadie es inocente, conociendo de a pocos los subterfugios de cada personaje para intentar justificar sus tan diversas y extremas acciones, muchas que rayan con el dislate, aunque todas tienen un mismo fin: alcanzar la felicidad, o lo que crean que ésta sea.

Tanizaki nos ubica en Osaka de inicios del siglo pasado presentándonos de arranque el gusto obsesivo de Sonoko, una mujer casada, aparentemente feliz por contar con todas las comodidades que pueda tener, consentida por su marido. Verá como un destello nace en ella, una irreconocible pasión por Mitsuko, bella joven de familia acomodada, quien sirve como modelo vivo para ser pintado por los alumnos. Esta relación lésbica irá creciendo de una manera descontrolada por parte de Sonoko haciéndola olvidar los deberes que tiene para con su leal y flexible marido. Éste, hábil abogado, parece saber conciliar el tiempo que le demanda su trabajo con el deber de su hogar, y aunque no es impotente no llega a satisfacer del todo a su mujer, hecho que cree aminorar por cumplir todos los caprichos de su mujer, las clases de pintura, por ejemplo. Watanuki, guapo joven, de familia humilde, con la palabra fácil en la punta de la lengua pero que sus dotes de seductor tiene un límite marcado por la difícil cruz que consigo lleva: la precoz impotencia, secreto que se esfuerza en guardar, y que su enamorada a su vez guarde, anhela casarse con ella, con Mitsuko, pero al sentirse rechazado se convertirá en un chantajista, un pillo de la peor calaña.

Tanizaki sabe maquinar cautelosamente esta difícil trama, perfilando muy bien a sus personajes, dotándolos de un aura de inocencia para cuando de pronto…, dan el zarpazo, tornándolos repentinamente hábiles para la mentira, el engaño. Los personajes varones parecen detentar el poder de controlar los gustos y decisiones de las mujeres, cuando en realidad es a la inversa. Aunque el esposo de Sonoko dé un giro drástico e intempestivo hacia el final de la trama llega a ser timado por todos. Ni la habilidad y fuerza que ejerce en su profesión le son de utilidad en su vida, en sus sentimientos. Cuando Watanuki parece ejercer un control total y absoluto de las diversas situaciones verá cómo sus planes irán río abajo fácilmente. Son las mujeres las que en verdad parecen tener el poder de decidir, y cuando uno como lector parece estar seguro de esto las dudas e incertidumbres caerán sobre ellas tornándolas repentinamente frágiles.

Ante esto, hay un par de detalles en los que me quiero detener: la escrita de Tanizaki (a través de la traducción de Gotoda) cuenta con aquella tradicional estética de otros escritores japoneses, pero a la vez tiene una fuerza diferente que es transmitida a sus personajes: hablar y enfrentar tan naturalmente una relación lésbica a inicios del siglo pasado parecería algo inaudito (sí, Mishima, ya sé, me refiero además de él), sin embargo aquí fluye, no es oscuro ni mucho menos deja de ser elegante.

El otro detalle: para quienes hemos tenido la suerte de conocer algunas obras de la literatura de este hermoso país, y de conocer a algunos y muy variopintos habitantes de esa isla, esa fácil tendencia a la muerte no debería ser sorpresa, pero en verdad nunca deja de serlo. O son muy románticos o buscan una salida fácil. ¿Fácil? El suicidio se me hace imposible tenerlo como una opción, por cobardía, simplemente no creo que pueda. Guardo enorme respeto por los suicidas, desde Jesucristo hasta Ritsuko, con motivos muy diferentes: sacrificándose para salvar a otros, y, acabar con un dolor, sea cual fuese. Ya para los personajes de esta trama es una opción latente: “¡Déjame morir contigo! ¡Prométeme que moriremos juntas!” Éstas y otras frases parecidas pueblan varios capítulos en este libro, y no es simulación, es pura sinceridad. Mientras que por estos lares decimos: ¡Quiero vivir contigo! Quiero pasar el resto de mis días contigo…, o cosas de ese tipo, ellos van más allá, ellos no quieren dejar ir al ser amado, quieren irse también con ellos. La auto eliminación no tiene para ellos ese estigma de miedo que por estos lares nos inculcan desde pequeños con el catolicismo. No es un sacrificio, es una dádiva. Simplemente es una opción más, la última.




Obra maestra que guarda un trazo diferente a lo acostumbrado, pero sin abandonar aquella sutileza y elegancia clásica de la literatura japonesa. Tanizaki es un maestro que ha llegado hasta este siglo con menos de la mitad del marketing de otros, probablemente porque su escrita se impone. 



Sonata Kv 448 mov 1º, Wolfgang Amadeus Mozart

Tanto en la trama como en este tema en particular parecen que la fluidez y confianza por evitar la preocupación de alcanzar la perfección hacen que se llegue a ésta. 

jueves, 3 de octubre de 2013

Baila, baila, baila, Haruki Murakami




Título original : Dansu dansu dansu ダンス・ダンス・ダンス

Año de publicación : 1988

Título em português : Dance dance dance

Presente edición : Editora Estação Liberdade, 2005

Traducción : Neide Hissae Nagae / Lica Hashimoto

No me veo leyendo a Haruki Murakami en verano, o en algún día con sol. El frio invierno me parece que es el marco perfecto para agarrar un libro suyo, y cayó muy bien este cielo gris y muchas veces negro, de fuerte viento y lluvia de dimensiones bíblicas que desde hace meses es el cotidiano en Curitiba para conocer los personajes inicialmente anodinos pero que en realidad son muy sustanciosos, muy bien construidos, que el bueno de Haruki parece acostumbra presentar. 

Y creo que el éxito de estos personajes tan bien elaborados son porque están descritos desde su propia alma, nos permite conocer el más recóndito lugar de sus pensamientos y sentimientos, motivo por el cual engancho rápidamente con el narrador, frio, aparentemente apático, sobrellevando una vida que no lo entusiasma ni un poquito hasta conocer a Yumiyoshi, la frágil recepcionista del Hotel Delfín, quien a su vez lo enlazará con Yuki (que significa “nieve”), la adolescente que desarrolla una absurda madurez a manera de autodefensa ante el abandono de sus padres, ella poseedora de poderes de médium y conceptos y conversas que dejarían pasmado a cualquiera, aunque son sus silencios los más duros y difíciles de asimilar. Y así, un personaje lleva a otro a nuestro narrador sin nombre: por medio de Yuki conocemos a sus padres, quienes están separados: un escritor millonario, Hiraku Makimura (el autor juega con las letras de su propio nombre: ¡cómo detesto esas demostraciones de ingenio! Quizá sea lo único que le pueda reprochar a Murakami en este libro) quien tiene pegado como estampilla a Viernes, su secretario afeminado; y una madre fotógrafa que vive en su propio mundo de creación artística que la lleva a dejar muchas veces por su cuenta a Yuki. La madre, de pseudónimo Ame (que significa “lluvia”) comparte su vida con un poeta manco, Dick North, quien le ordena el cotidiano, le hace compañía, escucha y protege a Ame. Dos policías: Pescador e Intelectual, quienes rinden grandes momentos en la trama, rompiendo la monotonía con sus conversas forzadas y esforzadas para no llegar a ejercer la violencia física en el detenido. Gotanda, el famoso amigo del narrador, actor de poca monta pero famoso al fin, poseedor de una elegancia y un donaire que difícilmente pasará desapercibido: aunque vista un saco de papas lucirá con garbo y estilo, pero quien a pesar de llevar una vida confortable y cómoda está pasando frio en su propio infierno. Y claro, están las prostitutas, cada cual más interesante que otra, no sólo por la belleza descrita sino por la conversa que llegan a desarrollar tras el servicio. 






Book trailer de la novela elaborado para su editora en español, Tusquets Editores


Todos estos personajes aparentan simpleza desde un inicio pero de a pocos la trama nos va desarrollando cuán complejos somos los seres humanos, conociendo las más oscuras rendijas de su estructura develándonos todos los temores y sinsabores que ellos cargan y esconden, y que muchas veces ellos mismos ignoran. Pero para mí el gran personaje en esta obra es el Hotel Delfín, esa gélida oscuridad con la lucecita al fondo donde habita el Hombre Carnero. Aquel lugar probablemente exista, no sólo en la novela, sino en cada uno de nosotros.

Engancho de principio a fin con esta historia que aunque tiene algo de policial la encuentro ante todo más psicológica e introspectiva. Murakami debe haber leído a Thorndike (y no a Guillermo, sino a Edward), a Koffka (tocayo de Cobain), a Freud, esto sumado a las experiencias con los compadres que debe haber conocido cuando tenía su bar de jazz en Tokio. 







Tras esta obra puedo entender el júbilo y la algarabía ante la sola mención de su nombre por muchas personas tanto en Perú como aquí en Brasil. Esa legión de lectores que a veces parece que exageraran –cuando conozco una obra como la leída anteriormente- con sus denodados comentarios hacia él y toda su obra, a veces alejan en vez de acercar más personas, pero en esta obra está aquel maestro que todos sus hinchas aseguran que es. Murakami Haruki, ¡gracias viejo! El deleite fue total. 







Franz Schubert: Piano Trio No. 2 in E flat Major, Op. 100, D 929 2nd movement


Eugene Istomin, piano
Isaac Stern, violin
Leonard Rose, cello



Si Rayuela de Cortázar derrocha jazz en cada página, aquí Haruki además de jazz nos deja algo de música clásica y rock’n roll por doquier. El narrador, luego de leer los cuentos de Haruo Sato (ni en inglés he encontrado algo de él) escucha aquella pieza de Schubert : pág 367.


Ya Gotanda y nuestro narrador en uno de sus encuentros escuchan varios temas de rock de los 60's mientras beben cerveza, aquí dos de esos grupos:



The show must go on, Three Dog Night


 


Summer in the city, The Lovin' Spoonful