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viernes, 2 de febrero de 2018

Vienen los chilenos, Guillermo Thorndike





Editora : PromoInvest

Año de publicación : 1978




Me había propuesto leer la tetralogía “La guerra del salitre” de Guillermo Thorndike en menos de un año, pero ciertamente fue una empresa difícil de concluir.

Así como con las otras dos publicaciones que la anteceden, con “Vienen los chilenos” (tercer y penúltimo libro) hay que hacer de tripas corazón puesto que si ya el anterior libro te transporta al puerto de Pisagua en Tarapacá, aquí inicia con la incertidumbre de una muy probable ocupación de Arica, Tacna, y Moquegua, con grandes chances de derrota, largados al sacrificio, y donde los personajes de Alfonso Ugarte (créanme, es muy escueto, romántico e injusto resumir a escolares “se lanzó del morro en su blanco corcel para evitar que el enemigo cogiera la bandera”, y no mencionar aquel liderazgo que tenía para motivar gente relegada al olvido, de quien se refería a su tropa como “mis cochabambinos”, olvidándose del hambre, sed, cansancio, para defender algo que a todas luces estaba perdido); y de Francisco Bolognesi (quien podría estar en cualquier lugar del Perú, inclusive del mundo, observando desde lejos cómo se desangra la patria, cómo la desangran –y no me refiero a las tropas chilenas-, sabiendo que su esfuerzo sería casi nulo, y la muerte un lugar común para todos ellos, y qué muerte. Esas páginas de sus últimos momentos son bien gore.

Ya sabemos que una guerra no es tan romántica como nos la quieren hacer ver, pero leer estas páginas donde bayonetas entran en la carne como un cuchillo en mantequilla, donde el olor a pólvora se mezcla al de la sangre, donde gritos de desgarro se confunden a los producidos por las armas…. ¿Cuántos de sus similares en rango en la actualidad harían lo que ellos hicieron? Los sentimos tan humanos, como nunca antes nos lo enseñaron en los libros de escuela, enfrentando el abandono del gobierno central, y el natural recelo y pesimismo de los locales.

Otros personajes de nombre con menor pompa (nuevamente, en los libros de historia escolares) pero de igual valía, en aquel que se iba tornando un siniestro territorio, son el Teniente Coronel Ricardo O’Donovan, el Coronel Eleodoro Camacho (Jefe del Ejército Boliviano), el Teniente Coronel Roque Saenz Peña, quien luchó como voluntario al lado los peruanos, y que años más tarde sería presidente de su país, Argentina; Rafael Sotomayor, Ministro de Guerra de Chile, quien junto a trece mil de los suyos desembarcaron tranquilamente en Ilo y Pacocha sorprendidos de la facilidad de su arribo y de ser localidades abandonadas pero plenamente abastecidas con agua, huertas y hasta con la locomotora Huaracani a su disposición; el Coronel Isaac Recabarren, quien vendió sus propios bienes para vestir y alimentar a sus tropas, llegando a ser preso -¡gracias Piérola!- en Arequipa por formar un ejército e intentar auxiliar a las tropas abandonadas a su suerte en Arica; el Huáscar es ahora el enemigo, y junto al Matías Cousiño mantienen Arica rodeada. Al mismo tiempo la vieja corbeta Unión se camufla en la niebla consiguiendo enviar una falúa con ocho marineros al Manco Cápac, con un cargamento de desánimo y sorpresa, para regresar a bordo de la vieja Unión, e inclusive esquivar nuevamente a los buques enemigos, pudiendo llegar posteriormente al Callao. Las peripecias de los tripulantes en esas horas infames cargados de impotencia porque así lo quiso el dictador peruano, Piérola.




Si algo derrocha este libro en sus 420 páginas es misterio, incertidumbre, y mucha, mucha adrenalina. Aquí está la verdadera historia de aquellos a quienes tan románticamente conocimos de pequeños, pero que rara vez nos mencionaron sobre la podredumbre del gobierno central que los relegó a una masacre, y junto con ellos a todo esas ciudades y poblaciones respectivas.

A diferencia de los otros dos, al terminar la presente obra me dieron ganas de querer ya empezar con el último tomo, donde el Callao y Lima son los siguientes lugares a ocupar. Ahí experimentaré aquello que solo un ciudadano de Moquegua, Tacna, y tal vez Arica pueda sentir con éste tercer libro. Ver retratada las calles y lugares comunes pero en aquella época y en aquel ambiente. 
Pero esa ya es otra historia.


Bonus Track:

Algo que ya se sospecha desde el primer libro queda claro al finalizar este tercer tomo: ¿Crees realmente que la Guerra del Pacífico fue entre Chile x Bolivia y Perú?

sábado, 1 de agosto de 2015

Don Manuel tannat 2013




Viña Tacama

Don Manuel Tannat 2013

14,5% Grad. Alc.

La Tinguiña, Ica, Perú.




Última botella de vino peruano que nos quedaba en casa, repitiendo el top de Viña Tacama, pero de una cosecha más reciente. En esta noche fresca, un tannat peruano nos acompaña en la mesa.



De un color muy obscuro e intenso, de una viva brillantez, profundo hacia el centro. Denota mediana corpulencia, forma lágrimas medianas, de una persistencia de mediana intensidad.

Frutos rojos como de mermelada, hay una leve sensación especiada. Aroma de mediana intensidad, de también mediana persistencia.

En boca se muestra de mediana corpulencia, de una vibrante acidez, las notas afrutadas destacan: aquella fruta roja de la etapa anterior. También hay unas leves notas de tostado. De final mediano con retrogusto especiado.



Adquirido en Wong de la Av. Dos de mayo, en el límite de San Isidro con Lince a S/ 89 soles (unos RS 91,50 reais ó US$ 30,50 dólares, en enero del presente año), consideramos que tiene una buena rpc.

Sin la opulencia de varios tannats uruguayos, este ejemplar peruano se destaca por su frescura, y sin descuidar la elegancia. Acompañó muy bien la carne y los chorizos. Es un tinto muy bien trabajado, el cual en las tres oportunidades que lo hemos podido experimentar han sido de nuestro agrado. Cris, quien inicialmente no le daba mucha bola a vinos de mi país, últimamente tras varias buenas experiencias especialmente con el top de Tacama está cambiando de parecer. Este vino -como decimos en Lima- es la voz







Himno Nacional del Perú (VI estrofa) en quechua- Sylvia Falcón


Qispisqañam kachkanchik
wiñaypaq kananchik wiñaypaq,
ñawpaqtaraq pakachun
wach'inta Intinchik pakachun
Sayasunmi ñuqanchik chiqapta
Llaqtanchikmi wiñaypaq ruwasqa.

Ñawchillanpi anti urqu hap'ichun
puka yuraq unanchanchikta,
kallpasqata wiñayman willachun
qispinqayñam, wiñaypaq takyan.

Llanthullanpi kawsasun qasilla,
urqumanta Inti paqarpitaq,
hatun sullullchayta yapapasun,
chaskichuntaq, Jacobpa Apun. 



El presente vídeo de la soprano nacional Sylvia Falcón irrumpió hace poco en facebook con motivo de las fiestas patrias peruanas en esta semana que pasó. Además de su bella voz lo que atrae es la particularidad de ser cantado en quechua, idioma que no es de enseñanza obligatoria, aunque debería, en el Perú. Yo me arrepiento no haber aprovechado a mi abuela en ese aspecto. Al margen de palabras sueltas por ahí, mi quechua es nulo, lamentablemente. 

Aunque un poco tarde ¡Felices Fiestas Patrias!  

lunes, 15 de junio de 2015

El viaje de Prado, Guillermo Thorndike





Editora : Libre 1

Año de publicación : 1977




Si la historia de “1879” transcurría en su mayoría en alta mar, y teniendo como colofón la derrota en el Combate Naval de Angamos, la muerte del Gran Almirante Miguel Grau Seminario, y la captura del monitor Huáscar, éste segundo volumen de la tetralogía denominada “La guerra del salitre” del periodista Guillermo Thorndike desarrolla la campaña terrestre, y nos sitúa desde el inicio con el desembarco de las tropas chilenas en el –entonces- próspero puerto peruano de Pisagua, en la provincia de Tarapacá. El libro comienza muy bien, con los pormenores de la invasión y los esfuerzos –de un solo lado- de la tropa aliada en contener el inminente avance del ejército sureño. Thorndike no se guarda nada: desde los telegramas, explicando a través de sus personajes los planos de la alejada zona, la estrategia a ser utilizada, la inexplicable carencia de recursos para embarcarse en una guerra.

Partiendo de hechos reales Thorndike nos lleva de la mano haciéndonos ingresar al meollo de la guerra con Chile, en medio de la brutalidad ejercida por ambas partes; en ésta tragedia hay espacio para momentos conmovedores: como la valerosa acción e impresionante desempeño del Batallón de los Cabitos, prácticamente niños, que con armas que mal podían llevar a cuestas llenaban de orgullo y asombro al entonces Coronel Andrés Avelino Cáceres. Sin querer minimizar un ápice el desempeño de aquellos jóvenes, imagino que Thorndike debe haber puesto de su cosecha al describir las hazañas de aquel grupo que era visto inicialmente como carne de cañón, y que finalmente sorprendería al más experimentado militar de aquel tiempo. Conmueve presenciar –y es que la narración de Thorndike me sitúa en medio de la batalla, no es exagero- a 
los sobrevivientes de un famélico ejército peruano, que, tras vencer la Batalla de Tarapacá observaban el moderno arsenal que la tropa chilena dejaba a costa de su sangre, y no poder llevarla consigo por carecer de fuerzas, medios y recursos para tal fin, abandonándola en aquel hostil y lejano territorio. En estas líneas uno puede ver al ejército boliviano comandado por Hilarión Daza en Camarones, retirándose hacia Arica, importándoles un bledo alianza alguna, negándose unirse al grupo liderado por el General peruano Juan Buendía. Tras la lectura de este segundo libro queda claro que el gobierno peruano nunca debió firmar alianza alguna seis años antes. El gobierno de Bolivia es pintado tan o más desordenado que el peruano, y aún así nadie avizoraba una posible catástrofe, nadie se atrevía siquiera a sugerir el cortar aquella absurda alianza con ellos. Queda claro que entre los países no hay ni debe haber amistad, y sí intereses, a diferencia de los pueblos/personas, donde sí puede germinar y cultivarse una amistad. El Perú pagó caro esa inocencia de los gobernantes de turno. 

Para los personajes de este libro Grau es un recuerdo reciente, y el remodelado monitor Huáscar, ahora enarbolando una bandera chilena hería tanto o más en el orgullo que el fuego enemigo en la propia carne. Un país –el Perú- nada preparado para una guerra, con un aliado timorato: dos ciegos directo al abismo, como jóvenes países en sus primeros escarceos bélicos. Thorndike no transmite la intención de realizar una hagiografía de los héroes patrios peruanos, y, como en el volumen anterior, deja claro que los verdaderos enemigos estaban dentro del país. Por ejemplo, en este libro se puede notar fácilmente la satanización de la figura de Nicolás de Piérola, y su obscura alianza con la Casa Dreyfus & Hnos. encabezada en aquel entonces por Auguste Dreyfus. Piérola era Ministro de Hacienda del gobierno Balta cuando se firmó el conocido “Contrato Dreyfus” y aquello se toca como un recuerdo desagradable. Ya en el escenario de este libro Piérola es el insurrecto quien da el golpe de estado tras el inocente –que al Perú le sobraban inocentadas en los altos mandos por aquel tiempo- viaje del presidente Mariano Ignacio Prado al extranjero en plena guerra con Chile, viaje al que hace referencia el título. Lo que por muchos es visto como traición, al parecer –por la lectura de esta obra- todo hace indicar que en realidad Prado guardaba esperanzas en sus acciones diplomáticas en el extranjero, en poder hacerse de nuevos blindados para encarar una guerra a todas luces perdida. Aparentemente su buena intención era cierta, pero su objetividad era nula, eligiendo la peor de las opciones para el país en aquel momento, siendo el escenario ideal que Piérola buscaba y Dreyfus también. 






A diferencia de la obra que la antecede aquí no hay un personaje que eclipse a otro, aunque encontremos a Francisco Bolognesi, Alfonso Ugarte, Juan Buendía, José María Quimper, Belisario Suarez, Justo Pastor Dávila, el argentino comandante Roque Saenz Peña, quien luchó como voluntario y que años más tarde sería presidente de su país natal, y sobre todo a Cáceres quien aparece más en esta narración, entre muchos otros. Todos alternan sus roles, da la impresión que en éste segundo libro la trama está más ordenada.

Personajes como el Coronel Andrés Avelino Cáceres, bilingüe, de voz ronca, fiero y recio, inclusive por momentos devela una raigambre romántica.

Y ya que menciono a José María Quimper debo destacar la fuerza de su personaje, al igual que el de José Antonio Miró Quesada, director de El Comercio. Ambos personajes al inicio del libro parecen estar en orillas opuestas, en las antípodas. Mientras el primero busca el sigilo de la información, el segundo enciende el fuego en la población con sus furibundos y contundentes editoriales. El destino irónico los juntará hacia el final de la obra, cerrados como un puño, en una sabrosa charla, a manera de confesión en el capítulo titulado “La conjura Dreyfus” (Pág. 411) cuando todo está ya perdido. Quimper aceptando la locura del viaje de su jefe, el presidente Prado, y Miró Quesada preso, con una absurda justificación, viendo cómo la imprenta del decano es clausurada por órdenes de la dictadura de Piérola.

Pero antes de aquel capítulo ya Quimper había protagonizado otro capítulo importante, con otra conversa exquisita, esta vez con el presidente Mariano Ignacio Prado titulado “El general Prado decide viajar” (Pág. 309), donde el autor nos devela a un fragilizado presidente, fuera de sí, donde la única salida posible para él era su viaje al extranjero para hacerse con armas; un perfecto incapaz con plenos poderes.


Un gran análisis, muy descriptivo –entiéndase, muy crudo-, que no llego a encontrarlo perturbador por saber de antemano que estoy ante literatura bélica donde se recrea este trágico conflicto, con una narración por muchos momentos electrizante apoyada en una acuciosa investigación que torna imposible no sentir náuseas por los políticos peruanos de finales del siglo XIX, que es la misma por muchos -tanto en Perú, como aquí en Brasil, dicho sea de paso- en pleno siglo XXI, creyendo yo que éste era un mal contemporáneo. 

Una obra muy recomendada, pero que necesitará de la lectura del primer volumen para una total comprensión de aquel escenario bélico. Tras la pérdida de Tarapacá, con este libro se traspasa el umbral de la tragedia, donde el infierno debe ser poco comparado a lo vivido en aquel tiempo. 

jueves, 21 de mayo de 2015

Don Manuel Tannat 2012




Viña Tacama

Don Manuel Tannat 2012

14,5% Grad. Alc.

La Tinguiña, Ica, Perú.



Segundo vino peruano que podemos degustar este año, y es de la misma bodega Tacama, la línea mayor denominada premium que tiene es éste Don Manuel. Pudimos ver que hay otro varietal de Petit Vedot en ésta línea, pero lamentablemente ya no entraban en las maletas.


De un rojo púrpura muy intenso, negro hacia el centro, denota una mediana corpulencia, forma lágrimas medianas de mediana persistencia.

Lo afrutado se percibe primero, moras, frambuesas, fresas, hay un toque dulzón. También una sensación láctea.

De consistencia media, las notas afrutadas de la etapa anterior destacan, como de mermelada, de taninos sedosos, con una buena acidez, de final largo con retrogusto lácteo.


Acompañó muy bien la parrillada del fin de semana. Adquirido en Wong de la Av. Dos de mayo, en el límite de San Isidro con Lince a S/ 89 soles (unos RS 91,50 reais ó US$ 30,50 dólares a finales de enero del presente año), tiene una buena rpc. A pesar de ser caro para los padrones peruanos consideramos que este tinto tiene una buena rpc por todo lo que ofrece. Aunque quizá no cuente con esa potencia de sus similares uruguayos, este tannat iqueño e
s muy elegante, fresco, fue bien con una tabla de frios, pero mejor con la comida, un lomo saltado. Las buenas experiencias con los tintos de Tacama reafirman en nosotros nuestro gusto por los nuevos vinos hechos en el Perú. 




A Storyless Junkie - PAX

Ya que estamos con vino peruano esta fria noche curitibana vamos con algo de rock peruano también. PAX es una banda peruana de finales de la década de los 60's con fuerte influencia de Deep Purple, a quienes telonearon hace pocos años en Lima. Su disco, el de 1972 es una raridad total, y puede alcanzar cifras exorbitantes. Aunque parece haber nuevas ediciones nosotros ni en cd lo hemos visto. El tema que dejamos es el primero del lado A.

lunes, 16 de marzo de 2015

1879, Guillermo Thorndike





Año de publicación : 1977

Editora : Libre 1




Éste es un claro ejemplo de que se compran libros y el tiempo pasa y pasa y no hay cuándo leerlos. En mi caso nunca las cuatro obras estaban en un mismo lugar, hasta ahora, en Brasil, y enfrentándome a una mudanza más, pero con los otros tres a la mano. No quería leerlos con una distancia de tiempo mayor a un año, así que éste 2015 espero poder hacerlo. Por ahora, me despaché con el primer libro, y las sensaciones al final no son de las mejores.

Valor. Hay que tener valor para enfrentar éste primer libro de la tetralogía denominada “La guerra del salitre” de Guillermo Thorndike; confieso que mis expectativas eran altas. Estoy muy lejos de ser de aquellos chauvinistas disfrazados de nacionalistas; no es por ese sendero que abordaría éste libro, y los otros tres que lo complementan, sería un desperdicio. Nada lo abordo de esa manera, no cultivo ningún sentimiento de odio o incomodidad hacia algún ciudadano chileno, siempre he tenido buenas relaciones con personas de aquel país, desde Japón donde conocí una familia chilena, aquí en Brasil, y claro, en el Perú donde son muchos.

Como bien lo indica el autor al inicio del libro, lo relatado aquí no es una ficción, y él pudo basar su obra desde documentos oficiales de la época, pasando por partes militares y navales, telegramas, despachos de corresponsales de guerra, debates parlamentares, versiones taquigráficas, memorias y cartas de los protagonistas, noticias, anuncios y publicaciones de Lima, Iquique, Santiago, Valparaíso, y Nueva York, hasta menús oficiales del Huáscar y restaurantes donde los variopintos personajes transitan, además de aportar lo de su cosecha, o sea, un sinfín de documentos e información extraída además de bibliotecas particulares como las del Dr. Félix Denegri Luna y el R.P. Armando Nieto Vélez, ambos historiadores quienes también le brindaron asesoría, para poder armar este enorme rompecabezas, que ya hacia la primera mitad del libro siento le pasa factura al autor.

Antes de éste proyecto Thorndike ya era ducho y acostumbrado a realizar obras de "no ficción", como “El caso Banchero” disfrutado hace varios meses atrás, y otras tres obras más del mismo tipo pero ésta muy probablemente fue la de mayor envergadura, me atrevo a pensar mayor a la que él mismo imaginaba.

Es muy interesante saber hasta lo que garfeaba la élite peruana y extranjeros, en contraste con el pueblo en medio de la pobreza, y con un inminente rebrote de viruela en la capital peruana. Y es que una de las cosas interesantes que deja éste primer libro son los contrastes: a lo ya mencionado se suma el valor y patriotismo –muchos de ellos extranjeros en el Huáscar- de gente que prácticamente en harapos y casi sin armas se iban a la guerra, mientras en el Congreso de la República en Lima se explayaban en discusiones por meses acerca de detalles nimios para al final no aceptar los radicales cambios que necesitaba el país para generar dinero para bancar una guerra que el propio gobierno decidió asumir. Poco más de 130 años después el Congreso de la República –no todos, pero en su gran mayoría- sigue albergando gente que sólo busca sus propios intereses. Pero no quiero alejarme del libro.

Cuando Thorndike se embarca en los debates parlamentares ufff…, la obra se torna muy densa. Pero son capítulos necesarios para entender cómo esa bazofia de diputados y senadores –y para mi martirio uno de ellos se apellidaba Mapartida- que teníamos pensaban. “Pensaban” es un decir, porque ante el camino elegido la última cosa que parecían hacer era pensar. Increíblemente nunca imaginaron en perder la guerra. Increíblemente nunca imaginaron que el monitor “Huáscar” sucumbiría ante la numerosa y mejor equipada flota chilena, y menos aún lo que vendría después. Pero no quiero alejarme del libro.

Cuando Thorndike nos presenta los bastidores previos al combate en alta mar por momentos pareciera que tanta información a la mano para su proyecto lo agobiara. Pasa la impresión el no querer dejar ningún dato fuera del contexto de su obra, lo que la torna por un lado muy interesante el saber cada detalle por más mínimo que sea, pero por otro hay muchos trechos que sólo son realizados con frases cortas interrumpidas con un punto. Como telegramas. Aunque dicen mucho del cotidiano de aquella época conturbada, no me es agradable depararme con textos así. El poder hilvanar tantos detalles debió ser una ardua tarea; mucha información en detrimento de la narración. Y si a esto le sumamos algunos errores en tiempos e incluso algunos ortográficos -que pueden ser "los fantasmas"de edición, pero que uno repara más en ellos y llegan a pesar cuando otras cosas como las mencionadas vienen juntas-, las ganas de dejarlo se tornan una posibilidad latente. 


Pero por otros trechos él desarrolla esa prosa atrayente, fluida, una narración impecable por momentos, aquella que me atrapó en la obra sobre Banchero Rossi. Y no sé si será coincidencia o fue algo premeditado, pero entre los muchos personajes que él rescata, da voz y vida, es cuando la figura del Gran Almirante Miguel Grau Seminario aparece que su narración se vuelve más pulcra, limpia. Pareciera que el personaje de Grau acapara no sólo su mayor atención sino una desmedida –y ante los hechos, justificadísima- admiración hacia él. Parece que el mundo en la obra para, y sus mejores esfuerzos literarios regresan para describir sus acciones, por menores que éstas sean: desde castigar a un marinero insolente, al zambo Real Felipe, hasta sus acciones y decisiones en pleno combate; pero no es suficiente. Los innúmeros personajes vuelven a la trama y con ellos la inacabable y rica información que pareciera no saber enlazar a no ser con las ya mencionadas frases cortas.

Mucho pesa para no abandonar el libro la historia sobre las correrías del monitor “Huáscar”, pues estando prácticamente solo –junto a la corbeta “Unión”, de madera forrado en cobre, y con planchas de hierro sólo hasta la línea de flotación- alargó por seis meses la guerra ante la escuadra chilena en mayor número. Grau sabía usarla a su antojo, no sólo su monitor, sino el mar, el clima, cuándo virar, cuándo entrar despacio sin ser percibido. Pero todos sus esfuerzos contrastaban con la dejadez de los parlamentarios y políticos en la capital peruana.







Recuerdo que en Lima, al menos a inicios de los 80’s los niños estábamos acostumbrados a colorear figuras de Túpac Amaru, de Micaela Bastidas, de Grau, de Bolognesi, de Ugarte, a la par con las de Disney. Aquello que nos enseñaron de niño y quedó grabado con fuego en la escuela está plasmado en las páginas 160 y 161 de ésta edición: Grau ordenando salvar soldados chilenos a la deriva en alta mar, para luego darles ropa y comida, de la poca que tenían, desembarcándolos posteriormente en tierra sanos y salvos. ¿Por qué salvarlos si eran enemigos? – recuerdo algunas preguntas de compañeros de clase en primaria, o sea con 8 ó 9 años. -Porque eran personas como tú o yo enfrascadas en una guerra. Y porque Grau era diferente. Es así como deberíamos pensar y actuar.- Más o menos eso respondía el profesor en clase. 

Otro ejemplo: en su búsqueda por la “Abtao”, cargadas con cañones de 150, se deparó con el vapor chileno “Matías Cousiño”, que no fue hundida por ser una embarcación de transporte, dejando que sus tripulantes embarcasen en lanchas primero antes de abordarlo (Págs. 244 al 246). 

La carta dirigida a la viuda del capitán de fragata don Arturo Prat, y el trato hacia la escuadra chilena, desde marineros a altos mandos era de respeto, porque podrían ser enemigos por las circunstancias, pero no se perdía el respeto. Sí, Grau era diferente, así como otros pocos en aquella época. 




Monitor “Huáscar”

                                  Al ancla, Pisagua, junio 2 de 1879

Dignísima señora:


   Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a usted y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy, justamente, debe dominarla. En el combate naval del 21 próximo pasado, que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la "Esmeralda", fue como usted no lo ignorará ya, víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria. Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso y triste deber de enviarle las, para usted, inestimables prendas que se encontraron en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún consuelo en medio de su desgracia, y por eso me he anticipado a remitírselas.

   Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor.



                                                             Miguel Grau





Inventario de los objetos encontrados al capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la corbeta chilena “Esmeralda”, momentos después de haber fallecido a bordo del monitor “Huáscar”.

Una espada sin vaina, pero con sus respectivos tiros.

Un anillo de oro de matrimonio.

Un par de gemelos y dos botones de perchera de camisa, todos de nácar.

Tres copias fotográficas, una de su señora, y las otras dos probablemente de sus niños.

Una reliquia del Corazón de Jesús, escapulario de la Vírgen del Carmen, y medalla de la Purísima.

Un par de guantes de preville.

Un pañuelo de hilo blanco, sin marca.

Un libro memorándum.

Una carta cerrada y con el siguiente sobreescrito: “Señor Lassero.- Gobernación Marítima de Valparaíso. Para entregar a don Lorenzo Paredes”.



                               Al ancla, Iquique, mayo 21 de 1879

                               El oficial de detalle

                                                 Pedro Rodríguez Salazar



(Págs 209 y 210) 




Ironías del destino. No sólo todos se conocían en ambos bandos, muchos incluso guardaban un parentesco familiar, como por ejemplo el mismo Grau quien tenía en Óscar Viel y Toro, posteriormente Comandante General de la Marina Chilena, quien estaba al mando de la fragata blindada “Blanco Encalada”, su concuñado. Grau no quería depararse con aquella embarcación, pero sabía que de hacerlo tendría que continuar con su deber. 

Ésta obra es la entrada al inicio de uno de los períodos más difíciles en la historia peruana. Deja claro que los verdaderos enemigos estaban sentados bien cómodos en el poder en Lima, mientras otros valerosos hombres eran mandados al sacrificio, en desproporción de armamentos y suplementos bélicos. Si bien es "no ficción" no deja de ser una novela. Si ben es una novela, no deja de ser parte de la historia. Muy importante e interesante para comenzar a informarse –para quien esté interesado- de una manera algo más relajada que un libro de historia aunque algo más densa que alguna otra obra del mismo Thorndike, por lo menos en comparación con "El caso Banchero". Para tener en cuenta que hechos como los retratados aquí nunca más se repitan. 

lunes, 2 de febrero de 2015

Tacama Selección Especial 2011





Viña Tacama

Tacama Selección Especial 2011

14% Grad. Alc.

La Tinguiña, Ica, Perú.




Aunque en otras oportunidades sus cosechas anteriores nos hayan producido más curiosidad que placer en sí nosotros no desistimos del Tacama Selección Especial, así que al entrar con una amiga a un Plaza Vea de la Av. Santa rosa en La Perla, Callao, para hacer unas compras pude divisar la añada 2011 en los estantes así que luego regresé solo para hacerme de esta botella, y así se vino con nosotros en la maleta, felizmente.

Tras experimentar el 2008 hace ya algún tiempo, y el 2010 a inicios del año pasado, ésta es la tercera vez que descorchamos este conocido (en Perú) bivarietal de Tacama, ahora en su versión 2011, y la experiencia fue totalmente diferente a aquellas dos anteriores.



Es de un color negro hacia el centro, con bordes violáceos, denota una mediana corpulencia, forma lágrimas medianas muy intensas.

Frutos rojos y negros: frambuesas, moras, ciruelas; notas leve de madera, algo herbal. Aroma de poca intensidad pero persistente.

De una inusitada y marcada sensación tánica, con una acidez vibrante, sin declinar por mostrarse sedoso, aterciopelado; llega a ser acaramelado; de una corpulencia mediana posee una cierta potencia. De final medio, con retrogusto leve a tabaco.



Como ya fue mencionado fue “cazado” prácticamente a la volada en Plaza Vea de La Perla, en el Callao, a S/39,90, hace un par de semanas. Éste tinto tiene una excelente rpc por todo lo que ofrece: llega a ser algo voluminoso, llena la boca; es muy equilibrado, en ningún momento se percibió cálido (alcohólico) como recordamos a sus cosechas anteriores: éste no, éste es un tinto que combina bien esa peculiar acidez de la petit verdot y aquella potencia del tannat, ¡ésta versión 2011 resultó todo un vinazo!, lástima que no encontré la cosecha 2012.

Lo elegimos para armonizarlo con el queso Dubliner, de la marca Kerrygold, en la previa, mientras preparábamos unos pimientos rellenos con carne, pero no llegó a la comida, tanto el queso irlandés como el tinto iqueño se acabaron rápidamente. Una grata sorpresa, una gran experiencia. 






Violar las leyes - Amén 

Cris es devota fan del grupo Amén, de Ventanilla, Callao. y ya que el último viaje a Lima está todavía a flor de piel dejamos este tema que aunque es de hace algunos años creemos que es uno de los últimos que han realizado. Lástima que no pudimos verlos en concierto allá pero con bebé a bordo nuestros viajes y paseos son más en onda familiar. 

lunes, 29 de diciembre de 2014

El árbol del tesoro, Alonso Cueto





Año de publicación : 2011

Editora : Planeta Junior

Ilustraciones : Isabelle Decencière




Hace exactamente un año nuestra hija ganaba este libro, y hace exactamente un año fue que lo leí por primera vez. En una relectura constante que hacemos a Sofía ésta obra estuvo al término de muchos de sus días durante este año que acaba, expuesto al ajetreo inocente que un niño puede imprimir llevándolo, a veces arrastrándolo, de un lado a otro. Felizmente no lo pinta ni lo corta, y no que estemos atento a que no lo haga, parece que simplemente supiese que no se debe hacer eso con un libro.

Desconocía hasta aquel momento que Alonso Cueto hubiese escrito una obra infantil. Niños trabajadores que están acostumbrados desde muy pequeños a alternar sus juegos con trabajo, no sólo está en esta ficción, lamentablemente es una realidad que no muda, más en lugares alejados de las grandes urbes. La de Esteban y su hermana Fernanda es una bella historia que ensalza la amistad y el amor más puro. La amistad de dos tiernos y maduros niños con un árbol que hace parte de sus vidas, que les da no sólo sombra y cobijo, sino que es un recio amigo que aguanta firme sus juegos, un fiel y silencioso testigo de su felicidad en medio de la pobreza. Felicidad interrumpida cuando su madre les dice que tienen que cortarlo para poder venderlo como leña y así paliar en algo sus necesidades por la sequía que no permite a esta familia de campesinos llevar a buen puerto sus acostumbradas cosechas. Y con hacha en manos, cuando llegan a él, lo abrazan fuertemente, disculpándose por lo que estaban siendo obligados a realizar, cuando la sabia naturaleza les pinta otra opción. 




En aquella oportunidad pensaba que a mis 38 años debía estar viejo ya, puesto que aquel diciembre del 2013 intentaba con algo de éxito –yéndome al baño- disimular unas lágrimas que no podía contener. Barajaba si era producto de estar en mi ciudad en el día previo a nuestro retorno, por poder haber visto varios –aunque no todos- amigos y familiares que no veía hace algún tiempo, o hasta quizá por ser mes navideño con mi hija en Lima, pero en la relectura que hacía para Sofía en las noches curitibanas tampoco podía evitar ese nudo extraño que se formaba en mi garganta. Recordaba constantemente cuando estuve en medio de los Andes, y posteriormente también partiendo desde Nauta hacia el corazón de la selva para hacer un estudio de extrema pobreza, una pobreza que quienes no la han visto no se imaginan cuán dura es, y siempre encontrando familias numerosas, gente olvidada por los diferentes gobiernos de turno, con niños siempre con la sonrisa estampada en el rostro, y que, así como Esteban y Fernanda, los personajes de este libro, ellos le dan una importancia extrema al río que los baña y que les ofrece parte de su alimento, a los animales con quienes conviven, a la tierra que pisan y trabajan, a los árboles que los rodean, algunos inclusive considerados sagrados, sentimientos que los citadinos no les damos importancia, que creemos cursi, y que para ellos, sabios, es vital.

Las ilustraciones de Isabelle Decencière merecen mención aparte. Las expresiones de los niños con el viento en contra son tan naturales; la de sorpresa y desánimo cuando su madre les comunica su decisión impresas tan bien en sus ojos y en sus boquitas; la del abrazo final al amigo árbol en la previa de acometer la orden de su madre derrocha mucha sensibilidad. Llego a la conclusión que no sólo es el cuento de Cueto el que me mueve el piso, sino sus ilustraciones que grafican muy bien cada momento de este relato. Me haces llorar. Tus diseños tienen el poder de desnudar una extraña fragilidad.

Inspirado en una historia contada por el hijo –de seis años en aquel momento- del escritor, esta relato de Alonso Cueto conmueve hasta la médula, y ofrece aquella esperanza de que, cuando se cree todo perdido, hay generalmente un camino alternativo con que gambetear al duro destino. Tanto Cueto como Decencière están soberbios. 




Túnel do tempo - Frejat 

Cris gusta bastante de la música de Frejat, el fundador de la antigua banda brasilera Barão Vermelho, con Cazuza en la voz. Tras la muerte del cantor de aquel grupo él comienza su carrera de solista y tiene varios temas con los que engancho, ya Cris en su fan, y a Sofía le encanta ver sus vídeos animados, así que él está en nuestros días y lo llevamos por donde vayamos.   

lunes, 22 de diciembre de 2014

Intipalka Nº 1 2010




Bodega Santiago Queirolo

Intipalka Nº 1 2010

Cabernet Sauvignon 45% - Tannat 45% - Syrah 10%

14,8% Grad. Alc.

Viñas Queirolo, San José de los Molinos, Valle de Ica, Perú.




Y le llegó la hora al top de ésta marca peruana, el Intipalka Nº 1, un blend con un toque de syrah y con predominancia de cabernet sauvignon y tannat. Me deparé con ésta botella en los últimos días de la estancia de un mes en Lima a finales del año pasado, o sea, ya estaba corto de dinero, y al preguntar el precio respondo con un ¿¿qué?? Lo imaginaba algo más caro que la media de vinos peruanos, pero también lo esperaba casi igual que el sorprendente Don Manuel de Tacama que creo también es el top de aquella bodega, o sea alrededor de los S/85 soles, pero el compadre de Wong me responde no señor, S/139 soles, y si lo adquiere en otro establecimiento de Miraflores o La Molina le puede salir más caro todavía, o sea que, tengo que agradecer por estar en el límite de Lince y San Isidro; lo peor es que puede tener razón. Además, me había atendido tan bien esos últimos días que ya hasta tenía la confianza pedirle un descuento que de antemano sabía que no se daría. Es un tinto que tiene 24 meses de barricas de roble, no especifican su origen ni si es de primer o segundo uso.



Es negro hacia el centro, con bordes ligeramente ocres, denota mediana corpulencia, forma lágrimas grandes, intensas y muy persistentes.

Aroma suave a vainilla, toques leves de madera, afrutado: ciruelas negras frambuesas, cerezas cherry, hacia la última copa notas de cuero. Aroma de mediana intensidad, pero persistente.

El show está en boca: aunque algo dulzón de inicio, aquellas cerezas cherry y frambuesas maduras, se va equilibrando con el transcurrir del tiempo; leve sensación a vainilla, de mediana corpulencia. De final largo, con retrogusto a tabaco, a cuero.



Como ya fue mencionado, adquirido en Wong de la Av. 2 de Mayo (entre San Isidro y Lince) a S/.139 soles (unos US$ 50 dólares o RS 110 reais, en aquel momento, hace un año exactamente). Creemos que tiene una buena rpc: es un vino caro para los padrones peruanos pero es una experiencia que –así como el Don Manuel de Tacama- manda a las antípodas aquello de que en Perú no hay buen vino. Claro, comparado a los vecinos argentinos y chilenos seguimos a años luz, pero es el recomienzo de la vitivinicultura en el Perú, uno de los primeros lugares donde se cultivó las vides con la llegada de los españoles, y que recorrió un sinuoso y difícil camino hasta aquí, hasta lo que parece ser el renacer con la llegada de este nuevo siglo.

Debí haber buscado otra añada más, además de la presente cosecha un 2011 ó 2009 quizá. Aunque Intipalka es una marca digamos reciente (la marca fue lanzada al mercado el 2009) de la antigua Bodega Santiago Queirolo (la bodega data de 1880) no sé si ésta es la primera versión del Intipalka Nº 1: ¡estuvo buenísimo! Visualmente muy atractivo, en nariz no es avasallador, pero en boca está el show: elegante, sedoso, algo voluminoso, lo suficiente para envolver y sorprender gratamente. 







Trois nuits par semaine - Indochine

Deben ser pocos los peruanos que no recordemos a este buen grupo francés que a mediados de los años 80's llegaron para dar dos sendos conciertos -que al final fueron cuatro- en el antiguo coliseo Amauta. Yo tenía doce años y aunque me hubiese encantado ir no hubiese llegado ni a los alrededores por el tumulto que había por donde el grupo pasaba. Sus antiguas -clásicas, ese es el término correcto- canciones siguen vigentes, lo sé porque mi mujer escucha radio peruana desde aquí cuando cocinamos -yo escucho una curitibana- para variar de los temas de mi viejo I Pod, y ella se sorprende de que en una radio limeña pasen rock en francés, le cuento la alucinante historia, le muestro mi cinta cassette -7000 danses, aquella con los cuervos de fondo- que hasta octubre de este año no tenía cómo tocarla, y sigue sin entender cómo una banda francesa tiene tanto éxito y seguidores en el Perú; sí, no hay cómo explicarlo, pero la pasión por Indochine se mantiene.   



Tres noches a la semana
es su piel contra la mía
y yo estoy con ella
Tres noches por semana ¡Dios mío, cómo ella es bella!

Tres noches a la semana
es su cuerpo contra el mío
nuestros cuerpos son uno solo
Tres noches por semana ¡Dios mío, cómo ella es bella!



Traducción libre.

martes, 16 de diciembre de 2014

Conversación en La Catedral, Mario Vargas Llosa




Año de publicación : 1969 


Editora : Seix Barral

Año de la presente publicación : 1980




No necesito acabar la lectura de esta novela para sorprenderme con el desempeño de Vargas Llosa hasta aquel año de 1969: tras haber escrito y publicado “La ciudad y los perros” y “La casa verde”, publica la obra de esta entrada; tenía 32 años. Quien ha leído alguna de esas tres obras, o las tres, quizá coincida conmigo: eso no es normal. ¿Cómo podemos los peruanos asimilar eso? Darle la debida importancia a otro escritor con sus primeros trabajos cuando las primeras obras de este arequipeño son esos tres sendos libros. Sus obras de juventud derrochan una inusitada madurez que sorprende aun en este nuevo siglo; no puedo dejar pasarlo por alto, no puedo dejar de reparar en ello.

Sus lectores ya estamos acostumbrados a que nos alterne las historias y también encontrar aquellos viajes a través del tiempo de los diversos personajes. Así fue en sus dos primeras novelas, pero aquí el autor además le imprime una complejidad todavía mayor, puesto que las voces y conversaciones se alternan no sólo en los capítulos sino a cada frase dentro de un pequeño subcapítulo en lo que aparenta ser un mismo diálogo –los temas son diferentes a cada frase siendo otros los temas tocados por otros personajes-, y si a esto le sumamos que por muchos momentos es una novela política –que no significa para nada densa ni aburrida, todo lo contrario- la dificultad para él debió ser todavía mayor, para no dejar caer la trama en un terreno fangoso que atosigue al lector, que lo invite a dejarla, por el contrario, siempre la intriga está presente, motivando a querer continuar a pasar de página. Con el alma de un arquitecto este es un gran rompecabezas construido minuciosamente con la misma audacia y técnica con que una araña crea su hermosa y perfecta trampa.

Abrir las páginas de este libro es entrar a una Lima de la que poco queda, salvo la corrupción de sus gobernantes que parece transmitirse a través de las generaciones; esta novela por muchos trechos parece un deja vu del Perú. Por cierto, el terreno donde quedaba La Catedral en la Av. Alfonso Ugarte era hasta hace poco un terreno privado que la Municipalidad de Lima debería haberlo comprado previamente y restaurado como patrimonio de la ciudad, como punto turístico, como cualquier ciudad que se precie de serla lo haría, menos Lima. 




El Vargas Llosa que todo izquierdista añora está aquí, el que nos hace ver y reflexionar lo duro que era ser aprista en aquel tiempo, metidos en el mismo saco del comunismo; ver cómo en las reuniones entre los jóvenes de izquierda y los apristas el consenso era un puerto difícil de acceder. Aquella Amalia dubitativa que en verdad se muere por darle todo a Ambrosio pero que dosifica sus ganas y ansias atemorizada por el qué dirán, tiene la típica actitud de una joven limeña, incluso hasta en nuestros días, lo que muchas veces puede ser un defecto en realidad es una virtud, y viceversa. Ya que menciono a Ambrosio de arranque en la obra conocemos a este personaje edificado como un pobre diablo con quien la vida se ha ensañado, y, rápidamente tenemos el primer misterio en las dudas de Zavalita al hablarle, desde ahí ya sabemos que algo mucho más jodido que acabar matando perros callejeros le ha sucedido, pero que sólo sabremos hacia el final de la obra. Inspirado en Alejandro Esparza Zañartu, el asesor de Manuel A. Odría –por lo leído aquí me lo imagino como un equivalente de Vladimiro Montesinos de mitad del siglo pasado-, Cayo Bermúdez es el personaje que se roba la escena, incluso por encima de Zavalita y Ambrosio: plasmado como un pequeño pervertido en realidad es el dueño de la estrategia, el titiritero mayor. Él, tras abandonar a su mujer, Rosa, en Chincha, se hace de una enamorada bailarina de un puticlub capitalino, aceptándole sus relaciones lésbicas, y participando de aquellas pequeñas orgías, suruba, como le dicen aquí en Brasil, país que por cierto es el destino de fuga de este personaje. Atractivo es aquel discurso digresivo de Zavalita por el cual observa aquella Lima y aquel Perú que me es lejano, distinto: lejos de toda duda, para mí está encauzado en el torrente de lo entrañable. Ésta obra tiene también esa particularidad que hasta aquí tienen sus otras dos novelas: a pesar de su extensión no se hace larga, y, aunque sus recovecos por momentos laberínticos son quizá la característica principal de esta obra esto no lo torna ininteligible. 


Inmensa novela que imagino fue un cuchillo de doble filo para el propio Vargas Llosa, pues a finales de los años 60’s él mismo se dejaba la valla muy alta. Pareciera que uno se regodea con las desgracias de todos los personajes de éste libro, desde Zavalita haciendo la ya clásica pregunta al ver graficada en el devenir de su propia familia la falencia de casi toda la clase media limeña con la migración interna, la de “los otros” peruanos a la capital, hasta el jodido –sí, jodido- Ambrosio, cuando en realidad de lo que me regodeo es de la manera cómo está estructurada esta obra maestra. Una obra muy sabrosa que debería ser imprescindible. 


Edición brasileña de inicios de los años 80's. Círculo do Livro. 



 Edición brasileña actual. Alfaguara, 2013.


Postdata


Un dato interesante que reparo ahorita que estoy subiendo las imágenes: si observan las portadas de las traducciones brasileñas encontrarán una diferencia. El “na” en la edición ochentera de Círculo do Livro, por el “no” de la edición de ésta década de Alfaguara. Ya todos sabemos que La Catedral del título es un bar en Lima –y no una iglesia- y por ende va con mayúsculas. En las diversas traducciones a través del tiempo el “na” incorrectamente se mantuvo. Con el Nobel encima Alfaguara Brasil reeditó toda su obra y corrigió el artículo. En algún momento en alguna librería revisaré si es una nueva traducción de la ochentera o el cambio fue sólo en el título. De hecho la imagino como una novela complicadísima de traducir. 






Que país é este? – Legião Urbana



En las favelas, en el senado

Suciedad por todo lado,

Nadie respeta la constitución

Pero todos creen en el futuro de la nación,

¿qué país es este?



Cuando se habla sobre la mejor banda de rock brasileña Legião Urbana definitivamente aparece casi ipso facto como respuesta. Éste tema es un himno aquí en Brasil que fácilmente le cae como guante de seda a varios países de Latinoamérica, de hecho al Perú le cae, lamentablemente. El tema del vídeo fue escrito en 1978 y ya era un himno en Brasilia (ciudad originaria de la banda) aunque recién fue grabada en 1987 en el tercer lp del grupo.


Tercer mundo acabó

Es un chiste en el exterior

Pero Brasil se volverá rico

Vamos facturar un millón

Cuando vendamos todas las almas

De nuestros indios en una subasta, 

¿qué país es este?

viernes, 31 de octubre de 2014

Don Virgilio Cabernet Sauvignon Reserva 2010



Viña Ocucaje

Don Virgilio Cabernet Sauvignon Reserva 2010

13,5% Grad. Alc.

Ocucaje, Valle de Ica, Perú.



Esa etiqueta atrae. El dibujo hecho como a carboncillo de personas cosechando torna a esta etiqueta como una de las más bien logradas que hayamos podido conocer. No es lo más importante. Si el caldo que alberga la botella no es de calidad el gran diseño pasaría a ser una anécdota. 


Sin embargo, este cabernet sauvignon peruano es algo totalmente diferente a lo que se acostumbra a encontrar en países vecinos de la región. Claro, obviamente el terruño ya es de por sí diferente: el lugar donde se encuentran los viñedos era inicialmente cubierto por el mar, para luego solamente pasar un río, y en la actualidad es un árido desierto con enormes fósiles por doquier. Otro detalle: las barricas de roble nuevas (18 meses de barrica) utilizadas en este tinto son de origen rumano, definitivamente deben imprimir otras características en el caldo. Ya la mano de los enólogos: de ellos no hay mención, ni en la contra etiqueta, ni en su página web. Lo cierto es que éste vino superó nuestras expectativas tras las buenas experiencias con los dos tintos de la Colección Rubini, un merlot y un malbec



Negro hacia el centro, con bordes ligeramente ocres, denota mediana corpulencia, forma grandes lágrimas de mucha persistencia.

De inicio muy aromático: afrutado, ciruelas negras, higos; las notas de vainillas son tan diferentes, como más naturales; hacia la mitad de la botella aparece una sensación a madera muy leve.

En boca, las notas afrutadas son marcadas, hay un toque dulzón, bien leve, como de mermelada; su corpulencia es mediana, de una marcada acidez, de taninos sedosos. De final medio, con retrogusto a cuero, a clavo de olor, algo cálido, en la copa final es inclusive algo mineral.



Adquirido en Wong de la Av. 2 de Mayo (límite de San Isidro con Lince en Lima) a S/. 48,90 soles (unos RS 39 reais ó US$ 16 dólares, en diciembre del año pasado) tiene una excelente rpc. Vale resaltar que esa tienda Wong cuenta con una gran infraestructura para el área de vinos, así como una esmerada atención.

Beberlo ni bien descorchado no fue lo más adecuado. Luego de media hora mejoró considerablemente, y conforme iban pasando los minutos se ponía todavía mejor. Lo elegimos para armonizar nuestra noche de pizza, le vino muy bien. La sensación a vainilla es muy diferente a lo que se acostumbra a encontrar en tintos de la región. Es un tinto que aunque algo cálido no desequilibra en ningún momento, está muy bien trabajado. Nos arriesgaríamos a decir que tanto éste como los dos anteriores de esta misma bodega tendrían una gran aceptación en el mercado local brasileño. Una muy grata sorpresa, más aun a ese precio. 








El Plebeyo - Jesús Vásquez 

Hoy 31 de octubre en el Perú se celebra el Día de la Canción Criolla -sí, halloween también- así que ésta noche peruana la maridamos también con algo de música peruana. Dejamos este clásico tema de Felipe Pinglo en la voz de la siempre recordada por nosotros los peruanos Jesús Vásquez

lunes, 27 de octubre de 2014

Las fotografías de Frances Farmer, Iván Thays




Año de publicación : 1992

Año de la presente edición : 2000

Editora : Adobe Editores

Colección : Biblioteca Latinoamericana Contemporánea, libro 4



Hace mucho me debía algún libro de Iván Thays (Lima, 1968), así que tras el último viaje a Lima me hice de éste, su primer libro de cuentos. Desde el inicio atrae el muy buen uso del lenguaje que es una constante en todo la obra.

El libro inicia con “Nosotros hubiéramos querido que ella fuera eterna (Primera parte)”, aquí el personaje transmite una bella amargura para sus veinticinco años. Aunque no lo parezca, aquel joven llega a nutrir su deseo de información, insertándose en aquel bizarro grupo de ancianos admiradores de la diva del título.

El segundo relato “La sombra bajo el rostro” tiene un toque catatónico plasmado en el narrador, aunque equilibrado es algo esquizofrénico, está a punto de perder el control. Eso salva al relato del lirismo por momentos asfixiante del relato.

No necesariamente rubia” son dos breves historias que se alternan y que, finalmente, se entrelazan. Pero lo realmente interesante es la descripción del ambiente en ambas historias y la carga sentimental hacia el final no llega a eclipsar lo tan bien graficado que está. Todo el relato es muy cinematográfico, y esa caída de cabello del cadáver cuando es descubierto por Laville es como la cereza de la torta, muy gráfica, muy bien lograda.

El silencio de estrella” su escrita es pulida, y especialmente aquí su prosa lírica la encuentro muy bien lograda, también reconozco que es muy emotivo, pero aun así esto último lo torna demasiado nostálgico para mi gusto; “atracción y repulsión…” como canta Rafo Ráez, eso es lo que me dejó este relato.

Los hombres al viento” es uno de los más extensos, y entre recuerdos, realidad y sueños aquí por momentos también encuentro un exceso de lirismo en su prosa, llega a eclipsar la historia y ni qué decir de la atmósfera –que según su prólogo éste es un libro de atmósferas-. Su escrita fluye, no llega a ser denso, pero aun así este uno de los relatos que no me entusiasmó, pero ni un poquito.

Con olor a rosas y a muerte de rosas” es el más extenso del grupo, y también uno de los más logrados. A la ya mencionada buena escrita este relato tiene un timing preciso que aunque fuese diez páginas más extenso en ningún momento caería mi atención ante la trama debido no sólo a cómo está personificado la manera de ser del narrador sino también a la intrigante y sorpresiva María, ella es de esas jóvenes ninfas tan maduras y centradas –como si hubiesen vivido cien años- que desarman al más pintado misógino que se cruce con ella. Otro de los que disfruté a plenitud.

Memorias del infierno y del viento” también tiene aquella jodida melancolía que me incomoda un poco, pero, a su vez, posee una cierta frialdad en los diálogos que encuentro interesante.

Una muchacha loca como los pájaros” comienza muy bien, con dos bellas descripciones acerca de las mujeres. Pero aquí también la melancolía plasmada en las cartas de M a Alexander me resulta tan soso que el relato se me hace interminable. La intriga por saber quién es aquella remitente queda eclipsada por el derroche de sentimentalismo plasmado en M a través de su correspondencia y la poca acción de Alexander. No enganché con el relato.

Los relatos terminan con “Nosotros hubiéramos querido que ella fuera eterna (Segunda parte)”, y, aunque es parte del mismo relato inicial, éste es otro cuento. Aquí la nostalgia de nuestro narrador está a flor de piel por la invasión en su vida de Alessandra. Me hizo recordar lo cuán jodido es cuando alguien llega para hacernos dudar de la misoginia. Tan bien logrado como su primera parte al inicio de la obra.

El libro cierra con una breve y muy interesante reseña sobre la actriz Frances Farmer, de una vida con altos y bajos tan intensos como los picos registrados en un sismograma de la escala de Richter ante un terremoto. Una gran reseña sobre su vida aquí






Aunque cada relato es independiente y funcionan como tal tienen un punto en común, su espina dorsal es aquella actriz del título, que a través de fotografías, menciones, e inclusive búsqueda de información al respecto de su vida -en el relato inicial- llega a ser el oscuro vínculo que los une: tristeza, desánimo, decepciones, melancolía, universalizando deseos y fracasos no sólo de aquella diva, sino de la humanidad. Aunque no enganché con 2 ó 3 relatos el resultado final es positivo, el escritor sabe conducir al lector por esos conceptos y sugestiones, y con una escrita que aunque a veces parece abusar de un lirismo que se roba la atención en algún relato se llega a percibir fácilmente que su prosa está llena de pasión (una obscura pasión, algo sórdida a veces) muy intensa, y elaborada con mucho esmero.

Quizá con eso de que Vargas Llosa haya publicado “Los jefes” con 23 años de edad, y Bryce Echenique “Huerto Cerrado” con 29 años, sólo por mencionar dos de los más populares en nuestro país, en el Perú estamos mal acostumbrados, y los lectores somos muy exigentes aun con una primera obra. La de la presente entrada fue publicada cuando el autor visaba los 24 años de edad –o sea, escrita con menos- y tras ese detalle debería haber tenido más publicidad y/o reseñas en su momento. Me atrevería a decir que los que sabemos de su existencia en su gran mayoría es por ésta segunda edición de Adobe Editores de final del siglo pasado que la rescató de un muy probable olvido. 


No es lo mismo abordar la primera obra de un escritor ignoto que de uno conocido. En este caso, aunque no había leído nada de Thays sabía quién es él, tornando mi expectativa alta. Tras la lectura cubrió lo esperado, y por momentos hasta lo superó, lo que hace que tenga más curiosidad por sus novelas posteriores. El autor es el responsable del blog Moleskine Literario, quizá el más importante en el Perú en cuanto a literatura se refiere; y no sé hasta qué punto el actualizar aquel blog de una manera constante le quite tiempo para escribir más obras, puesto que además colabora con otros medios, creo. Debería escribir y publicar una obra por año, por lo menos, en vez de informarnos cada vez más sobre el acontecer literario mundial –por cierto, he visto muy poco sobre literatura brasileña ahí-; en vez de hacernos saber quiénes desfilan ser él quien esté desfilando. 





Hotel Normandy - Patricia Kaas 

La francesa Patricia Kaas nos era totalmente desconocida hasta ver que María, aquella ninfa del sexto relato la escuchaba. Cris agradece.     


sábado, 18 de octubre de 2014

La expedición de la Kon-Tiki, Thor Heyerdahl




Título original : Kon-Tiki Ekspedisjonen

Año de publicación : 1948

Título en portugués : A expedição Kon-Tiki

Editora : José Olympio Editora

Año de la presente edición : 2013

Traducción : Agenor Soares De Moura




¿Qué sucede cuando tienes una teoría en la que crees religiosamente y varios prestigiosos académicos prácticamente se mofan de ella al conocerla? Pues, la pones en práctica. Es lo que hizo un todavía joven y aparentemente despreocupado Thor Heyerdahl (Larvik, Vestfold, Noruega, 6 de octubre de 1914 – Andora, Liguria, Italia, 18 de abril del 2002) quien al recibir gruesas y sistemáticas negativas de su conclusión sobre la población de la Islas en la Polinesia no encontró mejor manera de convencer a tanto señor obtuso que iba interrogando en Nueva York, intentando encontrar al menos alguna sombra de duda, a modo de esperanza, a tal novedoso como disparatado estudio. 






Heyerdahl estudiaba tallados de roca según el estilo polinesio en Columbia Británica, cuando los alemanes invadieron su país natal, Noruega. Se fue a vivir junto a su mujer, Liu, a la isla Fatu-Hiva en las Islas Marquesas. Vivieron un año en esa isla y percibió que el Dios que mencionaban los locales en las leyendas (Tiki) era el mismo que era mencionado en los antiguos poblados pre-incas: Wiracocha es un nombre quechua, de data mucho más reciente, los incas frecuentaban usarlo hasta dejar de adorarlo cambiándolo por el Dios Sol (Inti). El nombre anterior de Wiracocha era Kon-Tiki, o Illa-Tiki (Sol Tiki, o Fuego Tiki). Según la leyenda Kon-Tiki fue atacado por un jefe de nombre Cari. La batalla se dio en una isla del Lago Titicaca donde los misteriosos hombres blancos barbados fueron degollados, mientras Kon-Tiki y su élite escaparon, embarcando en la costa y desapareciendo por Occidente. 




Para Heyerdahl todo encajaba. Él, a mediados del siglo pasado estaba totalmente convencido de que para los antiguos peruanos el hacerse a la mar era un hecho frecuente y cotidiano, navegando grandes distancias, llevando consigo camote, papas, maíz, gente, dioses, hasta llegar a aquellas lejanas islas (Polinesia), en embarcaciones carentes de timón, pues conocían las corrientes (la principal, la que ahora conocemos como Corriente de Humboldt) y la dirección de los vientos, embarcándose en viajes sin retorno pues tanto las corrientes como los vientos no mudan de dirección; para Heyerdahl los actuales habitantes de las islas polinesias tenían sus raíces en el antiguo Perú. Ya para los renombrados académicos todo no pasaba de la afiebrada ilusión de un simpático nefelibata, por el simple hecho de que “esas singulares civilizaciones” no conocían de embarcación alguna. Las balsas, ellos tenían balsas (lo que en el Perú actual conocemos como “caballitos de totora”. Cualquiera que vaya a Huanchaco en Trujillo puede subirse a una y experimentar esa diferente sensación de navegar en esa aparente endeble embarcación, pudiendo hasta surfear en ellas), motivo suficiente para aflorar en ellos, sus auditores, risas y carcajadas que devastarían la autoestima de cualquiera. 


No se les puede culpar a esos catedráticos estadounidenses y europeos por su sorna inicial. Una vez decidido a embarcarse en una balsa desde el Callao hasta alguna isla remota en la Polinesia, varias autoridades peruanas, desde el Ministro de Marina de aquel entonces, hasta el Presidente de la República (el presidente José Luis Bustamante y Rivero) con quienes Heyerdahl se entrevistó se mostraron primero entusiasmados al imaginar que la alucinante teoría del gringo sea cierta, y escépticos al ver una especie de caballito de totora de gigantes dimensiones (construido con madera balsa traída desde Ecuador), con una pequeña cabaña de caña encima, con techo de hojas de plátano, siendo montado en las instalaciones de la Marina del Perú. Les dieron todo su apoyo en cuanto a la logística, pero para no generar algún problema diplomático con Noruega en el futuro cercano la única exigencia fue que firmen un papelito excluyendo de toda culpa en caso de alguna tragedia (que tanto peruanos y extranjeros daban por hecho) al gobierno peruano; could you please sign here? 

De izquierda a derecha: Knut Haugland, Bengt Danielsson, Thor Heyerdahl, Erik Hesselberg, Torstein Raaby, Herman Watzinger. Sólo faltó el loro.



Todas las aventuras juntas de Indiana Jones, Rick O’Connell (de la saga The Mummy), Piratas del Caribe y Life of Pi resultan minúsculas, chiquitas, un chancay de a 20 (como decimos en Perú), no son nada, a todas las peripecias vividas por Heyerdahl y su tripulación (en total, seis románticos suicidas y un loro) en los 101 días de ardua navegación en una balsa construida exactamente al estilo pre-inca, solamente con materiales que podían utilizar en aquella época. La narrativa de Heyerdahl es incluso sostenida en los capítulos iniciales (en tierra, armando el proyecto), no guardándose las sornas y mofas a la que estuvo expuesto desde el inicio, y ya al zarpar en la Kon-Tiki, la narración y el suspenso va en aumento. Desde ahí, no hay una sola página sin enormes sorpresas, en esta lectura no hay respiro, como lector cuesta mucho dejar el libro para retornar al cotidiano de la vida. Si de adulto asombra, leerlo de niño debe ser toda una experiencia y tanta. 


Foto tomada del blog "De la tierra a la luna, el blog cultural de Matterfilm."  


Túpac Yupanqui, Zheng Ge, Álvaro de Mendaña, Pedro Fernandez de Queirós, Luis Vaz de Torres, Fridtjof Nansen, Roald Amundsen, para todos ellos el mar no era un límite, y sí un espacio a ser descubierto, una invitación a navegarlo, a descubrirlo, a saber con qué se podían deparar del otro lado de la orilla, de haberla, pudiendo encontrar la propia muerte. Si los antiguos peruanos llegaban a las Islas de Rapa Nui (de donde sí podían regresar. Hay muros incas en Vinapu.) es muy probable que hayan llegado aún más lejos. Como buen noruego, ese bichito explorador también estaba en Thor Heyerdahl, quien a propósito, no sabía nadar, y aun así nunca dudó en llevar a cabo su empresa.

Con las grabaciones realizadas hicieron un documental que ganó un Oscar en 1951. Hace poco, en el 2012, la película noruega Kon-Tiki estuvo nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera, aunque no ganó. 




En Oslo, Noruega, se encuentra el Museo Kon-Tiki, donde se expone las pertenencias de esta primera exploración como de otras realizadas por el autor. 


Desde promociones escolares hasta calles y plazas en el Perú deberían llevar el buen nombre de este héroe noruego. Recorrer estas páginas es navegar junto a estos nórdicos cada milla de aquel océano que de pacífico tiene muy poco, conocer especies que hasta entonces sólo sabían de ellas en enciclopedias, y algunas otras que ellos descubrieron. Entender cada día lo que los pre incas conocían muy bien, la fuerza y dirección de los vientos y las corrientes marinas, y que cada detalle de una embarcación construida de esa manera tenía un por qué. Una lectura fascinante.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Productor chileno planea cultivar viñedos en Machu Picchu




Con ese llamativo título a inicio de semana -lunes 15 de setiembre del presente año- la revista brasileña Adega publicó una interesante noticia relacionada al mundo vitivinícola, y a Machu Picchu. Busqué alguna información en español o de alguna página web peruana pero no encontré nada, así que traduzco aquella nota a continuación:


Productor chileno planea cultivar viñedos en Machu Picchu


Aurelio Montes creará un viñedo de prueba en la región cuna del Imperio Inca.

El productor chileno Aurelio Montes anunció esta semana durante una cena en Londres que planea construir un viñedo en una región cercana a Machu Picchu en el Perú. Las pruebas comenzarán la próxima semana. Según él, serán plantadas cinco variedades de uvas en el local para verificar cómo se desenvolverán allá. La región está por encima de los 3,000 m.s.n.m. y el viñedo será el primero a ser cultivado en el local. 


No estamos seguros si tendremos éxito pero será divertido el intentarlo.


De acuerdo con el productor chileno lo que hubo fue una aparcería entre él y su mayor importador en el Perú, quien le dio acceso al valle. Durante la cena Montes no reveló el nombre del importador quien es propietario de las tierras donde será creado el viñedo.

Montes inicialmente plantará 1000 vides en el local. Las variedades incluyen Pinot Noir, Sauvignon Blanc, Merlot, Syrah y Chardonnay. Según él, de obtenerse buenos resultados con la primera cosecha serán plantadas cinco hectáreas más en la región. Según datos de la OIV de 2012, Perú tiene más de 20,000 hectáreas de uvas plantadas y éstas plantaciones se duplicaron desde el cambio de siglo.



Quien lee el título de la nota, así de repente, creerá que el señor Montes va a plantar sus vides en pleno Machu Picchu, cosa que creo improbable –digo "creo" porque en Perú todo es posible-. Lo más probable es que sea en algún terreno privado situado en el Valle Sagrado. No deja de ser interesante. 


Pongo la foto de la ciudadela pues es como la revista presenta la nota. Para ver la nota original -en portugués- ver aquí