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sábado, 20 de marzo de 2010

Memorias Póstumas de Brás Cubas, Machado De Assis




Memórias póstumas de Brás Cubas; Memorias póstumas de Blas Cubas; 1881; Editora Globo 2008; Machado De Assis, Brasil.


Tan sólo al leer la dedicatoria:


“Ao verme que primeiro roeu as frias carnes do meu cadáver dedico como saudosa lembrança estas memórias póstumas” ("Al gusano que primero royó las frías carnes de mi cadáver dedico con sentido recuerdo estas memorias póstumas.")
,

... ya da para imaginar que el libro entre manos es muy especial, y esperar de él mucha ironía, sarcasmo y humor negro; hay momentos en que no paras de reír. Mi segundo “Machado”.

Estrucurada en muchos capítulos cortos y –al igual que Don Casmurro- narrado en primera persona, el “difunto autor”, nos narra su vida comenzando por su muerte (capítulo I). Mis expectativas por el libro se iban acrecentando, sobre todo cuando llego al capítulo VII “O delírio” ("El delirio"). No debería analizar los capítulos de forma independiente, ya que el conjunto que forman como todo hace de ésta una gran obra; no debería, pero hay cap. como éste que son fascinantes, y, como dice el narrador:


“Si el lector no es dado a la contemplación de estos fenómenos mentales, puede saltar de capítulo; vaya directo a la narración.”


En su delirio se deja llevar volando por un hipopótamo al origen de los siglos, hasta que una mujer, “Pandora” o “Naturaleza”, como ella dice que puede ser llamada, le da el encuentro:

“… sé que un bulto inmenso, una figura de mujer se me apareció entonces, mirándome con ojos rutilantes como el sol. Todo en esa figura tenía la grandeza de las formas selváticas, y todo escapaba a la comprensión del entendimiento humano...”;

Se me hizo familiar y sudé frio; recuerdos de la ayahuasca. Retomando el libro: aquel es también uno de los capítulos más largos. Blas, asustado porque ella dice ser su madre y enemiga, es tranquilizado luego por ella:

“Vives, no quero para tí otro flagelo….. Sí, gusano, tú vives. No receles perder este andrajo que es tu orgullo; probarás todavía, por algunas horas, el pan del dolor y el vino de la miseria. ”



¡Excelente capítulo, de gran final! Posteriormente narra su vida, su primer beso, y su primera pasión: la española Marcela, descrita como una bella mujer, con muchos jóvenes rondándola y cortejándola. El contraste con ese personaje se da al final del libro, cuando la vuelve a encontrar años después y no la reconocía por su fealdad, estando sola, maltrecha, y enferma. Hay mucho humor negro, y como en el libro anterior del mismo autor, su escrita es elegante, y dominio del portugués es superior. También hay ironía: de niño Blas espió a un caballero besar detrás de unos arbustos (de miota) a una dama, saliendo a gritos a denunciar su hallazgo dejando a todos en aquella reunión estupefactos. Años después, encontró a esa dama y conoció a su hija Eugenia, producto de aquel amor prohibido: el capítulo XXX, llamado “A flor de miota” ("La flor de los arbustos") donde describe el encuentro con ella. En el siguiente, el cap XXXI habla sobre la superstición, burlándose de aquello: mató una mariposa negra por pensar que ella trae consigo la mala suerte, y cavila al respecto: ...ésta conservaría su vida si hubiese nacido azul. Su pasión (la segunda) por Virgilia, su amistad con Lobo Neves, el casamiento de Virgilia con Lobo Neves por interés, los encuentros de Blas con Virgilia tornándose amantes, con la ayuda y alcahuetería de doña Plácida y los comentarios de toda la ciudad, todo sutilmente hilvanado.

Otro delicioso capítulo es el LXVIII “O Vergalho”, ("El vergajo") donde Blas se encuentra con su antiguo esclavo Prudencio, liberado por su padre años antes. Lo encuentra dándole una paliza de aquellas a un negro joven y se niega al pedido de Blas de dejar de azotarlo, y su reflexión: el esclavo libre compra otro para pasar a aquel los golpes, tormentos y humillaciones recibidos.

Otro capítulo delicioso es el LXXXIX “In Extremis”: la muerte de Viegas, que en su lecho debatía con un comprador ofreciéndole este 30 mil por una casa. Viegas tosiendo y negándose ya que él quería 40, el vendedor subiendo el precio de a pocos y Viegas negándose a gritos, cada vez más enérgico, explicándole el por qué no podía ser menos de 40: los impuestos, etc, y eso que él está agonizando. La descripción que hace de la escena es muy gráfica y es para no parar de reír. Cuando el vendedor llega a ofrecer 39 Viegas gimiendo y siendo ésas sus últimas palabras persiste en 40. Al final, luego de Viegas expirar, el comprador le confiesa a Blas que estaba dispuesto desde el inicio a pagar los 40.

Finalmente, en el capítulo LIX narra su encuentro con Quincas Borba, su antiguo compañero de escuela. Ahora es un mendigo que luego de un abrazo le arrebata sutilmente su reloj. En capítulos posteriores reaparece este personaje, después de haber heredado algunos bienes de un difunto pariente a pedirle disculpas y descubrir ante él su posición filosófica. Aquí tengo que reconocer que cuando se manda con su perorata filosófica desvendando los conceptos de “Humanitas”, el libro se me hace tedioso. Eso es personal y muy particular. Para nada rebaja o minimiza el libro, por el contrario, denota la vena filosófica de un autor (Machado) muy completo. Quizá este Quincas Borba sea el mismo del tercer libro que vino en la cajita que compré que lleva por título su nombre. No toda la verba filosófica de Quincas es tediosa. Hay una descripción de la envidia en el cap CXVII muy interesante:

“..la envidia no es otra cosa que una admiración que lucha, y siendo la lucha la gran función del género humano, todos los sentimentos belicosos son los más adecuados a su felicidad. De ahí viene que la envidia es una virtud."

Un clásico de la literatura latinoamericana. Totalmente imprescindible.

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